Marcar sin tirar es imposible (o casi)


 sev_cad_06.jpg
 sev_cad_10.jpgJuanjo y Akinsola. Ningún disparo entre los tres palos.Fotos. P.Ortega-cadistasfinos.com

Siempre habrá una excepción, como aquella en la que en los dorados noventas, Manolo Hierro, el hermanísimo, se autogoleó en el Heliodoro Rodríguez para regocijo de un Cádiz que nadaba contra corriente en busca de la salvación. También se ganó de esta manera no hace mucho, en Roquetas de Mar. Dos goles además, uno de penalti y otro tras un centro al área de Góngora. Pero disparos a puerta, entre los tres palos y con marchamo de gol ninguno. Como en Sevilla este domingo. Sólo Oscar Pérez, en la primera jugada ofensiva del Cádiz, puso en aprietos a Dani Jiménez. El balón iba fuera, pero el portero sevillano no quiso riesgos o quizás viera otra cosa, el caso es que lo desvió a saque de esquina.

Ya no hubo más. Ikechi Anya no pudo jamás con el lateral que le tocó enfrente. David Ferreiro, que empezó muy fuerte acabó marchitándose, empeñado una y otra vez en esperar la subida de David de Coz, cuando quizás más de una vez debió meter el balón al área.

Sólo una vez, mediado el segundo tiempo, pudo Akinsola despegarse del armario empotrado que es Atienza. Pudo ser la antesala del gol, pero surgió la versión chupona del nigeriano. Alguién debería recordarle a Bebo que Messi sólo hay uno y juega a otro nivel. Otro mundo distinto al que debe encaminar, sí o sí, a salir de 2ºB.

Juanjo Serrano demostró hechuras y oficio de jugador solvente. Se fajó enormemente, pero nunca entró en conexión con sus compañeros. Fue el que más cerca estuvo de marcar. Lo impidió Deivi que abortó el llamado “pase de la muerte” que daba De Coz. Aquí murió el Cádiz en ataque. Muy poco. Casi nada.

 

 

 

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