Quini, Aulestia y los centrales del Cádiz

lucena_quini.jpgEl Lucena lo tenía muy claro: un lanzador, que metiera el balón entre los centrales y un rematador que recogiera dicho balón. Jesús Lanza o Rubén Cuesta cumplieron a la perfección esa primera faceta. Fede y Quini, la segunda. Todo balón que los centrocampistas del Lucena metían buscando la espalda de los zagueros cadistas, creaba auténtico peligro por la ineficacia defensiva del Cádiz.

En más de una ocasión el pobre Oinatz Aulestia se quedó solo ante el peligro. A merced de los pistoleros rivales. A merced de que le dispararan. De ser fusilado por el rival. Nada pudo hacer en el primer gol del Lucena, cuando Fede le robó la cartera a los centrales amarillos para marcar. Nada pudo hacer en un ataque, poco después, de Quini, que el delantero desaprovechó disparando fuera con todo a su favor. Sí pudo hacer algo en otra jugada calcada a la anterior, en la que el delantero lucense disparó y pudo parar con los pies. Sin embargo, a la tercera llegó la vencida y Quini marcó.

Un gol más que merecido. Un premio a un gran partido de un futbolista que, si bien no comenzó como titular en su equipo, poco a poco fue ganándose la confianza del técnico, hasta coronarse contra el gran favorito para liderar el Grupo IV a final de año. Quini fue un incordio constante. Por su velocidad, era buscado de forma casi sistemática por Lanza o Rubén Cuesta. Por su habilidad con el balón en los pies, regateando cuantos rivales le salían a su paso hasta llegar al área rival. Por su picardía y colocación en el terreno de juego, al robar dos envíos defectuosos de Camille y Baquero, llegando en este último caso el gol.

Un gran partido de Quini, que contó, además, con la inestimable ayuda de la defensa cadista. Muy desacertada estuvo la dupla Baquero-Goikoetxea. Poco contundente en los balones aéreos, poco contundente cuando Quini se le acercaba. El delantero, debutante en la categoría, pasaba como Pedro por su casa entre los dos centrales amarillos. Se atrevía a regatearles, a pasar con el balón entre ellos, sin que ninguno de los dos hiciera nada. Tan siquiera una falta. La frescura del joven delantero pudo con la veteranía y saber estar de dos centrales como Baquero y Goikoetxea, curtidos en mil batallas.

Muy lentos estuvieron los dos centrales titulares del equipo, que no podían hacer nada ante los pases en profundidad que desde el mediocampo lucentino surtían a sus atacantes. Poco acertados en la entrega de balón. Un partido horrible, en el que dieron grandes facilidades al cuadro local para marcar.

Dos caras de una misma moneda. La cara, para Quini. La cruz, para los centrales del Cádiz.

Autor:Belmonte

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