…Y el peligro de no saber hacia donde remar…

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La sensación justo después de la derrota ante el Real de Madrid no fue del todo amarga…era lógico…12 años después, ante la brillante constelación de galácticos capitalinos, plantando cara, con el mismo equipo de Segunda división, en un entorno fabuloso ante toda la España futbolera…

Sin embargo, dicha sensación de dulzura tras la derrota, se ha ido convirtiendo para un servidor en un regustillo cada vez más ácido sobre todo después de analizar el encuentro en televisión más de una semana después. No hay mayor verdad que la que proporciona un análisis frío, sin connotaciones sentimentales y sin el nerviosismo que emana el directo. La retrospectiva y la distancia es una gran medicina para aquellos que padecen de fanatitis aguda, gaditanis cadistis o simple fiebre amarilla.  

Digo esto porque hasta la fecha no he encontrado ninguna declaración pública de escozor por la derrota, crítica al equipo o amargura por los tres puntos perdidos.

Ayer viendo el partido, percibí varias cosas que no me gustaron nada del equipo amarillo, y de las cuales, y debido a la ceguera que me produjo la emoción del momento, no había caído en reparar. La primera es que el Cádiz solo se soltó cuando el resultado le daba la espalda, era como si ese fuese el resultado natural, normal y no había nada más que perder…como si se jugase sin presión. Sin embargo, cuando se estuvo empatado, no se sabía como actuar, que hacer, hacia dónde remar. De ahí, los errores que finalmente nos llevaron a al derrota.

Una vez conseguido el empate, el delirio se apoderó del equipo y esto provocó las dudas de sobre que hacer sobre el terreno de juego. ¿Aguantamos el empate o vamos a por ellos? Esa pareció ser la duda metódica que asoló a los jugadores amarillos. Ante tal vacilación, llegó la caraja y ante tal caraja, apareció Robinho. cad_mad_02.jpg

En el debe del cuerpo técnico cabe destacar la aparición de la misma duda. Ya que ni dimos el pasito para adelante para comernos el pastel de rico merengue sideral, ni reforzamos el centro del campo para ahogar al creciente chocolate galáctico brasileño.  Se dudó y se perdió. 

Bajo mi humilde punto de vista, lo más oportuno hubiera sido apuntalar el empate y haber quemado nuestras armas atacantes a balón parado o al contraataque.  ¿Porqué hicimos precisamente esto en 30 de los 42 partidos del año pasado y contra el Real de Madrid no? Nunca lo sabremos.  Todos recordamos el año pasado cuando recibimos al Recre allá por octubre, cuando sacrificamos a un delantero y sacamos a Bezares los 15 últimos minutos, colocándolo entre la línea de centrales y el medio centro, para parar a Uche en seco antes que se atreviera a conducir el balón.  Quizás si esta vez hubiéramos colocado a un «stopper» por delante de la defensa, Robinho no hubiera sacado el tarro de las esencias. En definitiva, y que no se me entienda mal ni se me moleste el cuerpo técnico amarillo, que yo no critico ni hago leña del árbol caído, solamente analizo,  si en vez de Medina hubiera salido Manolo Pérez o Bezares ( si hubiera estado convocado) y se hubiera reconvertido el centro del campo a  un «trivote» y se hubiera dejado a un solo punta…¿a lo mejor hubiéramos conseguido un puntito….?

Además, no es la primera vez que Andrés Fleurquin sufre ante jugadores que navegan entre líneas con cierta habilidad. Víctor Fernández, Monty, Silva…fueron pesadillas para el uruguayo el año pasado, y casi nunca el cadista salió airoso del combate. ¿Porqué no se le echó un capote desde la barrera del banquillo en forma de tapar el hueco entre los medios centros y los centrales?   

…pero ¿y si Medina hubiera marcado el gol de la victoria? Seguro que estaríamos hablando de otra cosa…. Así es el fútbol…que como todo, a toro pasado todo es demasiado fácil de analizar.

 

Autor:Roberto Rivero

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