Aviso para navegantes del Hércules en Carranza

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 Tote. Un futbolista y un partido de chaquetay corbata.

Un partido de fútbol es, también, un juego de estrategia. Dos entrenadores eligen 18 piezas; cada uno pone a 11, y luego tienen tres posibilidades de cambiar las referidas piezas. Noventa minutos de juego, un árbitro, y el azar. En todo partido, sin embargo, se juegan dos partidos, o mejor dicho muchas contiendas. Está el juego colectivo. Engloba el cómo ha sido capaz el entrenador de situar sus piezas y el sistema de movimientos de cada una de ellas. Luego está un aspecto vital, el de los enfrentamientos directos. Lateral vs extremo, central vs delantero, y así hasta siete u ocho duetos que muchas veces desnivelan la situación más comprometida. En el Cádiz-Hércules de esta tarde todos los ha perdido el Càdiz. Empezando por el primero de ellos. Las bajas de Rivas y la inicial de Parri puede que condicionara la alineación de Calderón, pero desde el pitido inicial del pésimo Pérez Riverol (pésimo en su debú) parecía notarse que el Hércules se jugaba mucho más que el Cádiz. No fue solo eso. Y es que el granadino Ismael volvía loco a Cristian (su peor partido como cadista); el Pato Graff demostraba a Enrique que hoy no iba a ser su día, César Martín (un gran central que también estuvo en la órbita amarilla) y Diego Jaume taponaban sin problemas a Dani y a Casas y así suma y sigue. Entre ellos, el peligro, no latente, sino real y cercano con el gol que propiciaban Ion Vélez y Tote cada vez que conectaban. El Hércules se puso por delante pasada la media hora. Se veía venir. Llegó por el centro, por una zona en la que Bezares nunca estuvo a pesar de jugar. Farinos, Dos Santos e Ismael quien con el exterior de su diestra la metió desde fuera del área. Un buen gol. El Hércules se gustaba, y el fresquito del viento que soplaba no presagiaba nada bueno.

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 Ion Vélez. Significativoque, pese a meter el segundo gol fuera ovacionado

Tras el descanso, Calderón sacó a Raúl (lesionado) y a Bezares. Por ellos entraron un futbolista que en condiciones normales no hubiera sido convocado  (Parrí) por enfermedad. Con Gonzalo en la grada, al igual que Tano Vella (otro que se irá aprovechandose de la liquidación en la que parece estar el equipo), Calderón colocó a Caneda en el lateral y fue Ramón de Quintana quien sustituyó al jerezano. Que a estas alturas de temporada el gerundense esté por delante de De la Cuesta y Yago es algo poco entendible desde la óptica deportiva. Hablamos de fútbol. Y que Calderón me respete, pues valoro enormemente su trabajo con el equipo, a la vez que lo considero como un artífice clave en la remontada clasificatoria que ha venido bajo su manto. Pero cuestionar una decisión no es cuestionarlo todo. ¿Me explico?

Volviendo al segundo tiempo, el Cádiz tuvo suerte. Sin merecerlo el asistente de tribuna facilitó el empate. Señaló penalti por derribo a Enrique en la única jugada en la que el extremeño superó al lateral argentino. Parrí demostró que es un gran especialista y no falló. Una lástima que faltara tanto tiempo. El Hércules tiró para arriba y de nuevo Vélez, Tote, Farinós, Ismael daban sensación de peligro. El empate (fijense como estaba el partido) era bueno. Y más cuando De Quintana es superado por alto, el balón es controlado por Vélez que con calidad encara a Koke y le bate en el mano a mano. Faltaban ocho minutos, pero esta vez el ánimo falló.  No había para más, salvo que para que Tote y Vélez recibieran las dos únicas ovaciones que se han dado este año en Carranza a jugadores visitantes.

El fin dejó una sensación clara en la parroquia. En condiciones normales, lo mejor que nos puede pasar es que lo que queda de liga se nos haga muy larga. Diez partidos quedan en Carranza y diez fuera. Otra sensación que queda en el ambiente es que sólo un ciego no quiere ver lo que falta (y sobra) en el equipo.

 

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