El Real Madrid y Capello en deuda con el Carranza.

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Ramos de lo poquito que dio la cara. Cuartos de cuatro. Y lo dio Cuatro. Vaya cachondeito el del Real Madrid a su vuelta al Carranza.

«La banda de Fabio» El cachondeo estaba justificado.   El Real Madrid y su potente arsenal de comunicación se habían empeñado en hacer creer a media España que con Ramón Calderón las cosas iban a cambiar. Era primordial el aspecto deportivo y por ello no hacía más ilusión que volver al Trofeo Carranza.  Regresar a jugar al Trofeo al que ayudó a hacer grande allá por los sesenta y setenta.     La ilusión era la misma en Cádiz. Con una provincia abrumadoramente amarilla, la que no lo es y las peñas madridistas de Andalucía se creyeron la promesa blanca. Lleno hasta la bandera para la semifinal ante el Betis para ver a un Madrid que recordó en mucho al de las dos últimas temporadas. Pero lo peor estaba por llegar.   La consolación ante el Villareal fue patética, de vergüenza. Ni Cannavaro, ni Emerson, ni Van Nistelrooy, ni Robinho, Ni Beckham. Ya no es que el número uno del Trofeo Carranza fue el argentino Lucas Lobos, que es lo de menos. Ver al gran jefe Capello «despatarrao» en el banquillo del Carranza ya era prueba evidente del propósito de enmienda de los blancos. Ver la cara de ilusión por recuperar la confianza perdida con la que entró al campo Helguera, era, aparte de otro motivo más de indignación, el detonante del interés con el que se estaban tomando el encuentro.     Pero el público tenía preparado lo mejor para el final. Los gritos de «olé, olé, olé, ..» tras el gol del otro submarino de la liga no fue un súbito ataque de simpatías hacia los de Castellón. Y es que la chirigota en Cádiz, llegó en agosto y no en febrero. Una actuación, la de la banda de Fabio, que pudo ver en directo desde el palco de autoridades el nuevo presidente blanco. ¡Que lástima de que el gran Paco Gento también lo viera!  

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