Muchas virtudes y un solo defecto en el mejor partido del Cádiz (hasta el momento).

logo_small_new.gifEl recital amarillo en la nueva montaña mágica del cadismo se fraguó en la potenciación hasta límites máximos de las virtudes habituales de los de Espárrago, en el descubrimiento de algunas nuevas y en la carencia, prácticamente absoluta, de defectos.

 

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Virtudes:

 

El manejo del tempo del encuentro: El Cádiz demuestra lejos de Carranza una capacidad para controlar los ritmos del partido verdaderamente sorprendente en un equipo recién ascendido. Aguantó los primeros minutos, comenzó a dominar el encuentro en los últimos veinte minutos de la primera parte y continuó cimentando su superioridad en la segunda. Así hasta que mató el encuentro con dos zarpazos que dejaron al Espanyol fuera de sitio. En parte recordó al partido de Santander, aunque con más solvencia y menos sufrimiento. Un equipo en crecimiento.

El dominio del centro del campo: El rival para hacerse con la pelota y el centro del campo era muy complicado. Ni más ni menos que De la Peña se presentaba como referente de la línea de medios perica. Sin embargo los dos mediocentros amarillos (Bezares y Suárez), beneficiados por el escoramiento de Iván hacia la banda izquierda, no se arrugaron ante tan gran rival. El espectacular despliegue físico de Bezares y la inteligencia posicional de Suárez permitieron al Cádiz cimentar su victoria sobre el control absoluto de la parcela central. Ito y Costa no fueron apoyo para Lo Pelat frente a la pareja cadista.

El juego por las bandas: El Cádiz recuperó una de sus principales señas de identidad en el pasado año. Sesma, por fin, se pareció en algo al de la pasada campaña. Aunque ni Enrique ni Estoyanoff estuvieron todo lo hábiles que se espera de ellos, su derroche y empuje permitió también crear bastante peligro. De hecho, los dos goles del Cádiz nacieron de internadas por las bandas, con dos contra uno perfectamente ejecutados.

Los menos habituales: Excelente partido el de De la Cuesta que sólo cometió un error y medio en noventa minutos. El resto del tiempo rayó en un nivel de excelencia que permitió olvidar a Abraham Paz. ¿Qué decir de Bezares, probablemente el mejor del partido? También Medina cuajó su mejor partido con el Cádiz, y eso que no dispuso de apenas ocasiones. Por último, Benjamín que jugó algo más de un cuarto de hora y mostró detalles que permiten recuperar la ilusión en el vallisoletano.

La efectividad: Hasta el 0 a 1 el Cádiz apenas había dispuesto de ninguna ocasión. Sólo una internada de Enrique que no supo qué hacer con la pelota. La efectividad fue prácticamente absoluta. Primer disparo entre los tres palos y primer gol. Segundo disparo, segundo gol. Después sí hubo más intentos por parte de Oli y Benjamín, pero el Cádiz tuvo eso tan añorado por sus técnicos: concretar las ocasiones.

Defecto:

Nulo acierto en la estrategia: El domingo no fue el día de los lanzamientos a balón parado. Una de las principales armas del Cádiz quedó totalmente inutilizada por la escasa precisión en el lanzamiento, especialmente por parte de Enrique. Por suerte, no hizo falta, pero la carencia de recursos ofensivos del Cádiz obliga a prestar más atención a estas jugadas, tal y como ha ocurrido en otros partidos.

Autor:Ccapital

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