Carranza y la presión


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El Cádiz obligado a un cambio de cara radical.En Carranza y lejos también. Pero primero todopasa por cambiar el rumbo en casa.

“En casa el equipo no está a gusto jugando”. “No sé si es por jugar en Carranza pero fuera damos más de nosotros mismos que en casa”. “No sé si es la presión de Carranza”. Fueron algunas de las declaraciones realizadas por los jugadores del equipo a PortalCadista.com al término del partido contra el Almería B. Los jugadores del Cádiz no dudaron en reconocer que no están rindiendo como se espera de ellos –ni siquiera como ellos mismos esperan- en el estadio Ramón de Carranza. Las expectativas que se levantaron en torno a este equipo y en torno a este proyecto a principio de temporada fueron enormes. En el imaginario colectivo permanecían los recuerdos de la última estancia del Cádiz en el infierno de la división de bronce del fútbol español. Un año en el infierno que no fue nada infernal –al contrario que este-, sino relativamente placentero: el equipo dominó de principio a fin la fase regular y consiguió el ascenso en la eliminatoria de los campeones de grupo. Teniendo en cuenta los recuerdos que aún son recientes, las declaraciones que desde la cúpula del club se hicieron a principios de temporada y el comienzo fulgurante de competición que tuvo el Cádiz, es normal que la afición creyera que este año iba a ocurrir algo similar. Sin embargo, ni el Grupo IV es el mismo, ni la situación del club es la misma. Con el paso de las jornadas, y a medida que el rendimiento del equipo ha ido bajando –dejando a un entrenador en el camino- la situación ha empeorado enormemente. La afición está descontenta, pues comprende que un equipo como el Cádiz Club de Fútbol, centenario –nunca olvidaremos el año en el que el Submarino cumplió cien años, más por todo lo extradeportivo que por lo meramente futbolístico- no puede permitirse tantos fallos en la competición.Puedo entender que, debido a esto, el ambiente que rodee al equipo no sea el más adecuado. La exigencia es clara: sólo vale retornar a Segunda División. Da igual ya, si haciéndolo como primero de grupo o como uno de los cuatro clasificados del Grupo IV. Por ello la afición aprieta, pide un esfuerzo, pide más, porque teme que con lo que de momento se está dando no vaya a ser suficiente. El temor a seguir un año más en el infierno es tangible. Nadie quiere poner sus barbas en remojo en vistas a lo que le está sucediendo a otros equipos que no hace demasiado tiempo luchaban con uñas y dientes por ascender y que ahora padecen una comprometida situación económica y social. Puedo entender que desde el vestuario puedan sentirse presionados por la prensa, que es la primera en trasladar el temor de la calle, siendo además la que critica tras los partidos, pudiendo intervenir vagamente –nunca de una manera decisiva- en el proceso de creación de opinión del aficionado cadista. Un claro ejemplo de que esta tensión se ha asentado en el vestuario se encuentra en las declaraciones de Álvaro Campos y en su petición de abandonar el club por motivos extradeportivos. Pero lo que personalmente no puedo entender es que desde el equipo se hable de la presión de Carranza. Primero, porque por desgracia la afluencia de público al coliseo gaditano cada vez es menor. No me parece acertado intentar justificar el empate contra el filial almeriense con que unos murmullos procedentes del escaso público que asistió al encuentro pudieran presionar a los jugadores de amarillo y azul. Es un hecho comprobable que, desde que comenzó la temporada, al Cádiz le han costado más los equipos de la mitad baja de la tabla que los de la mitad alta, ya sea como local o como visitante. Segundo, porque muchos de ellos han tenido experiencias en Primera División y han tenido que jugar en ambientes verdaderamente hostiles. Han pisado estadios como el Reyno de Navarra, Anoeta, San Mamés, El Molinón, el Bernabéu o el Camp Nou. Algunos como visitantes. Otros, como en el caso de Cifuentes cuando estuvo en la Real Sociedad, como locales. Estadios que estaban llenos hasta la bandera, estadios en los que la hinchada apretaba al rival buscando desestabilizarlos y estadios en los que se puede hablar, verdaderamente, de presión. Personalmente creo que en Carranza puede afectarles más el temor a fallar delante del público, pero que dicha “presión” no afectó en el empate contra el Almería B. En Carranza se empató contra el Murcia y se ganó a Ceuta y Sevilla Atlético. A este equipo lo que se le atraganta son los equipos de la mitad baja de la clasificación: ha caído contra el Lucena como visitante, del mismo modo que también perdió contra el Lorca como local. En general, contra estos equipos, el problema del Cádiz es mental: no juega con el mismo ímpetu que contra los grandes del grupo. Trabajar y mejorar en ese aspecto, es cuestión del entrenador. De hacerse así, seguro que gran parte de la presión existente en el entorno cadista se difuminará. Habrá que ver si contra el Estepona se produce la tan necesaria reacción.

Autor:Belmonte

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