Sólo dos minutos de euforia

En esta ocasión, la crónica del partido vista de la óptica rival, nos la ofrece Borja Lezkano en el Noticias de Alava. El rotativo vasco lamenta lo que para ellos es un error de su defensa en el gol marcado por Líbero Parri. jarro de agua fría

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La alegría duró solo 2 minutosFoto: noticiasdealava.com

No hay manera. La primera victoria se resiste y eso que ayer el Deportivo Alavés la rozó con los dedos. Estaba en sus manos. Eso sí, fue tan sólo durante un par de minutos. Un instante. El que tristemente estuvo tan sólo por delante el conjunto albiazul en el marcador. Ya se sabe, la alegría en casa del pobre dura poco.Y es que la parroquia babazorra se las prometía muy felices. Después de 333 minutos, los de Uribe habían marcado un gol. ¡Albricias! Aganzo puso fin a la sequía anotadora de la escuadra vitoriana de un perfecto testarazo y allanaba así el camino para que el cuadro babazorro sumase su primera victoria en Liga.El gol del madrileño sirvió para que Mendizorroza despertase de su letargo. No en vano, hasta entonces, el partido había sido plano, soporífero, sin ocasiones y con mucho respeto entre ambos contendientes.ala_cad_03.jpgEl conjunto albiazul había mostrado de nuevo las mismas virtudes, pero lamentablemente también sacó a relucir las carencias de siempre. Su orden defensivo y sacrificio en el centro del campo le permitía no pasar excesivos apuros. De hecho, en la primera hora de juego tan sólo un tiro de Dani, libre de marca, llevó algo de inquietud a la grada. El resto del encuentro, el cuadro andaluz estuvo bien atado por un ordenado y serio bloque albiazul, lo que permitió a Bernardo ser un espectador más.sin ocasiones Sin embargo, en ataque se repetía la historia de siempre. Este Alavés no tiene dinamita. No inquieta, es demasiado previsible, sin explosividad en los metros finales y así no hay manera de que lleguen las ocasiones, por lo que menos aún los goles.De hecho, hasta el tanto de Aganzo, el encuentro había sido un auténtico tostón. Un choque soso y aburrido, de los que hacen afición a cualquier otro deporte menos al fútbol. El respeto mutuo de los dos contendientes y el férreo control de sus respectivos centros del campo impedían cualquier atisbo de llegada al área y provocaron más de un bostezo en el público de Mendizorroza.Viendo el transcurrir de los minutos, el partido estaba condenado al empate a cero. Los babazorros seguías a lo suyo, bien colocados y sin descomponerse atrás, pero sin pegada arriba, mientras que el Cádiz también interpretaba bien su papel. Los de García Remón vinieron a por el punto y no se permitían excesivas alegrías en ataque, no fuera que los de Uribe les sorprendieran en una contra. Pero no. Este Alavés no sorprende. Está claro que jugando así pocos partidos va a perder, pero desde luego, tampoco van a ser muchos los que vayan a ganar. Se necesita algo más y por ahora no lo tiene.Encima, ayer cuando la fortuna se pone de su lado y marca en una de las escasas claras ocasiones de las que dispone, no sabe aprovecharlo. Y es que tras perforar por fin la portería rival y ponerse por delante en el marcador, tan sólo tenía que aguantar media hora para llevarse el primer triunfo de la presente temporada. Pues no lo hizo. No pudo.En principio, se presuponía que con el orden defensivo que muestra el Alavés debería bastar para aguantar las acometidas que pudieran venir del rival. Si en la hora anterior no había pasado apuros, en los 30 minutos restantes, debería seguir imponiendo su jerarquía para frenar a un Cádiz, que no había demostrado sus galones de gallito de la categoría y estaba pasando por el feudo vitoriano con más pena que gloria.Sin embargo, un maldito despiste en la siguiente jugada echó por tierra las ilusiones albiazules. Entre Dani y Gustavo López sacaron petróleo del primer y único error de la zaga albiazul y llevaron de nuevo el silencio a la grada. La victoria se escapaba. Jarro de agua fría. Quedaba tiempo para ir a por el triunfo, pero este Alavés no está todavía para esos menesteres. Fue otra vez un querer y no poder. Una lástima. Y es que esta vez estuvo muy cerca.

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