Osasuna lo arregla con goles

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Cacique Medina. Muchas amarillas para tan pocos minutos

Como cada lunes, traemos una de las Crónicas de partido vista por «los otros». En esta ocasión hemos viajado a Pamplona y publicamos la que firma Javier Saldise en el «Noticias de Navarra».-.-.-.-.-.-.-.–.-.-.-.–.-.-.-.-.-.-.-.-Osasuna lo arregla con goles

  • El balón, del Cádiz. Osasuna tenía la idea de entregar el balón al Cádiz y jugar de forma más directa. La primera premisa, por lo menos, la cumplió a rajatabla y los rojillos vieron cómo los locales manejaron la pelota hasta llegar a un porcentaje final de posesión del 59%, por 41% de los rojillos. La posesión era parte de un plan.
  • La falta pegada y pegar. El Cádiz disparó muy poco entre los tres palos -en tres oportunidades, menos que Osasuna, que lo hizo en cinco ocasiones- y encima no es un equipo especialmente coercitivo con el juego del rival. Hicieron tan sólo diez faltas en todo el encuentro y, en la segunda mitad, por ejemplo, la primera infracción señalada por el árbitro llegó a los 24 minutos. Le falta fuste y oficio.
  • El  bombardeo. El Cádiz tuvo el balón y atacó a las bravas la portería de Osasuna. Hasta 25 balones cayeron en el área de Ricardo y los rojillos se mostraron más expeditivos que en anteriores encuentros y el meta, muy seguro.
  • El goleador. Milosevic es el goleador de Osasuna, pero ayer, además, apareció en el momento oportuno. El delantero serbio marcó un golazo y lo hizo cuando más necesitaba su equipo salir del atasco. Además, controló y cedió el esférico a Raúl en el tercer tanto.

album_cad_osa_02.jpgPAMPLONA. Las acciones individuales, las demostraciones de puntería y calidad, fueron decisivas en el encuentro entre Cádiz y Osasuna. Aguirre había predicado la necesidad de realizar un partido inteligente, y aunque el resultado final le dio la razón a ese discurso, la preparación de la victoria no respondió durante muchos minutos a un planteamiento especialmente meditado. Es lo que se estila cuando los futbolistas se imponen al fútbol y los individuos prevalecen sobre el colectivo.Osasuna realizó un encuentro discreto, inusualmente sometido al rival durante muchos minutos, pero volvió a enseñar el carácter inquebrantable que se ha convertido en seña del equipo en esta temporada y, después de bracear a la contra durante los peores instantes, sacó la cabeza para imponer su mayor calidad, su acierto y solidez.El Cádiz es en su campo un equipo intrépido. O, por lo menos, a ello le obliga esa grada encendida y bullanguera que no calla. Pero ser atrevido no es sinónimo de certero y así anduvo ayer. Alentado también por una primera parte sorprendente de Osasuna, el Cádiz se sintió dominador a partir del gol de Lobos. El argentino se aprovechó de una falta en el borde del área para marcar con precisión en el primer lanzamiento entre los tres palos de su equipo. El tanto local lejos de ser un estímulo se convirtió en un mazazo para los rojillos. Hasta entonces no habían hecho un partido excelente, pero sí se habían fabricado un par de ocasiones y el Cádiz, ni mucho menos se mostraba insolente. Pero fue recibir el gol, y desaparecer. Incluso flotó una sensación de urgencia ante el encefalograma plano que peligrosamente enseñaba el equipo de Aguirre.El Cádiz, que tiene soberanos problemas para mantener el control del balón por ese fútbol atropellado que practica, contagió esta excitación a Osasuna, que durante los veinte minutos siguientes al gol de Lobos no existió. De hecho, el tanto de la igualada llegó después de la primera jugada de Osasuna tras el gol rival. Hasta entonces, había estado abúlico, como alma en pena, grogui en su rincón.Una aparición de Osasuna por la banda izquierda puso el partido en su sitio. El centro de Delporte fue cabeceado como sólo lo hacen los grandes rematadores de la Liga española. Milosevic, que ya había avisado -pero con el pie- al poco de empezar el partido, giró el cuello para llevar el balón de un lado a otro, de palo a palo, con elegancia y maldad. El Cádiz estaba viendo que el partido se ponía feo cuando Romeo, activo y desafortunado, le sacó una falta al borde del área a la torpe defensa local. Tras una breve deliberación, David López atacó el lanzamiento directo del golpe franco y buscó la cepa del poste. Armando llegó tarde. Osasuna le acababa de dar la vuelta al partido con una insolente superioridad, cuestionando definitivamente el laborioso juego del Cádiz, que había sido un dominador excesivamente inofensivo y bienintencionado. Casi simplón.Osasuna tenía el partido donde quería en el segundo tiempo y, entonces, se trataba de poner en práctica definitivamente el plan diseñado por el entrenador. El Cádiz salió del vestuario galopando y le soltó un par de coces a los rojillos en los primeros minutos de la reanudación. Estoyanoff, un buen futbolista que languidece poco arropado en este equipo, estrelló un balón en el poste; y Medina, un ariete alborotado y valiente, también lanzó un balonazo peligroso, esta vez fuera.La intensidad del Cádiz y el consentimiento de Osasuna llevaron al encuentro al terreno de la imprecisión, con el equipo de Aguirre cada vez más controlador de los espacios y de las situaciones sabedor de que se trataba de hacer números con los minutos y el marcador. Osasuna lanzó entre los tres palos por primera vez a los 24 minutos, por mediación de David López, casi al mismo tiempo que el Cádiz realizaba la primera falta de la segunda parte. Todo un síntoma de las intenciones de uno y de la intensidad de otro.Medina dejó a su equipo al ver la segunda cartulina amarilla con quince minutos de encuentro por delante. Con más apuros y desarreglo para un equipo superior en número y recursos, Osasuna toleró la recta final del partido sin apreturas esperando el minuto para hacer la jugada del libro de instrucciones del contragolpe. Raúl soltó un pase largo y preciso, Milosevic controló el envío con fría suficiencia y soltó la pelota ante la llegada del suministrador del balón. Raúl lo acabó todo con un zapatazo fantástico. Nada más. Y nada

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