En 60 segundos todo cambió

logo_small_new.gif J.F.Losilla, en el Heraldo de Aragón, escribe como vivió el partido de Carranza. Así nos ven desde las orillas del Ebro. Sobre el partido, una frase del periodista aragonés lo dice todo:»Nada ni nadie hacían presagiar la reacción aragonesa»

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 Caprichos de un deporte irracional y arbitrario que te castiga cuando eres bueno y te eleva cuando eres malo. Nada ni nadie hacían presagiar la reacción aragonesa.Foto:  cadistasfinos.com

En 60 segundos todo cambió. Bastó esa pizca de tiempo para que el funeral se tornara en celebración. La tragedia dio el testigo a una feliz comedia y el Real Zaragoza comienza a escribir en renglones rectos. El sur ha resultado balsámico para un equipo que estrenó la semana en la cloaca de la depresión y que la concluye henchido de esperanza. Sí, sí. El fútbol es así, señor Boskov.Del 68 al 69. En tan eróticos minutos alteraron el guión Cani y Ewerthon con dos disparos letales. Pam y pam. A sangre fría. Con la precisión del cirujano y con la frialdad del sicario. Y Armando buscando un balón que ni siquiera intuyó. Y Víctor Espárrago soportando sobre sus espaldas la asfixiante presión que perseguía a su tocayo Muñoz. Como cuando «pasábamos la peste» en los recreos colegiales. El zaragocista se salvó y condenó al cadista. Así es este juego.Caprichos de un deporte irracional y arbitrario que te castiga cuando eres bueno y te eleva cuando eres malo. Nada ni nadie hacían presagiar la reacción aragonesa.La primera parte blanquilla devolvió al escenario los fantasmas habituales, los del Sevilla y los de Villarreal, los del Bernabéu y los del Málaga. Esos que hablan de una defensa vulgar y de mantequilla, insultantemente débil; de una medular demasiado comedida y educada; de un ataque previsible. Si no les tumbaron y sentenciaron, deben agradecerlo a que la diosa fortuna sonrió por primera vez… y a la torpeza de los delanteros amarillos.La nutrida representación aragonesa que acudió al Carranza (milagros del calorcito y del puente festivo) se consumía en la desesperación de asistir al vodevil de segunda de sobras conocido. Miraban con ojos de envidia el festival del enemigo. No era para menos.Ambiente de lujoEl Cádiz disfruta y abusa del mejor ambiente del fútbol español: 20.000 espectadores cantando a una, como un coro disciplinado. Los señores de Tribuna no fuman puro. Prefieren que sus manos echen humo y sus gargantas fabriquen ruido.Y regalan olés cuando Víctor Espárrago toca un balón. Y le cantan al oído al portero «Bien Armando, bien pisha». Y cantan las epopeyas de Mágico Gonzáles. Y viven el encuentro como un guateque multitudinario. Se puede perder, ganar o empatar. Pero ante todo, una fiesta. ¿El resultado? Psé.Con una afición de Champions League y con una plantilla para pelear por la permanencia hasta el último suspiro. Éste es el sino de esta simpática entidad lastrada por una economía de guerra.En casa del pobre las alegrías son efímeras. Hambre para hoy y hambre para mañana. Goles fallados a portería vacía, fueras de juego dudosos y… plaff. Ese minuto fatídico. Del 68 al 69. A buen seguro, se les hizo eterno en la Tacita de Plata.A dos pasos del infierno se halla el cielo. Allí habita Ewerthon. Ha sido preciso que Víctor se asomara al precipicio para que devolviera al brasileño a su hábitat natural. Era cuestión de lógica. Ningún tuercebotas firma una media de doce goles durante cuatro campañas en la Bundesliga.El paulista ha recuperado la sonrisa que extravió en la cal de una banda derecha a la que espera no regresar. El técnico deberá pagarle con gratitud los servicios prestados en Chapín y en el Carranza. Los manuales están hechos para introducir correcciones.¿Y Cani? Solidario, maduro y capital. Su sacrificio y el derroche de facultades alimentan el espíritu del colectivo. Como todos los jugadores geniales, el de Torrero desparramó su calidad en el tanto del empate. Como en Riazor. Como en el patio. Como en la cuna.

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