Cádiz y Levante empatan y demuestran sus poderes

Cuarto empate consecutivo. Cuarta igualada a un gol. Cuarta semana en la que el equipo se pone con el marcador en contra. Esta puede ser una acertada sentencia como resumen objetivo tras las tablas con el líder, la UD Levante.

El otro resumen, si se quiere más subjetivo, nos construye a un Cádiz pletórico, valiente, con frescura, que no perdió la cara al partido en toda la tarde y que hizo sufrir de lo lindo al mejor líder de la historia de la reciente segunda división. Especialmente brillante el segundo tiempo, donde prácticamente se jugó en el medio campo de la grada de brigadas amarillas, en la que sólo el destino no quiso que al gol de Salvi que hacía justicia al filo de la hora de partido fuera el primero de la remontada que finalmente no apareció pese a que tanto Alfredo Ortuño, como Sankaré, Aketxe o el propio extremo sanluqueño.

Y eso que los de López Muñiz cogieron ventaja en el marcador gracias a un gol de penalti de Roger, una acción en la que, por mucho que se repitan las imágenes, no se ve que el balón toque en el brazo de Sankaré.

Aketxe completó su mejor partido con la amarilla.

Si dio esa impresión en el campo y eso quizás pensara el colegiado De la Fuente Ramos que no dudo ni un instante en volver a castigar a los amarillos con el llamado punto fatídico. Ocurrió en el minuto cuarenta y era un mazazo inmerecido, pues a pesar de la igualdad a los puntos los amarillos fueron mejores que los azulgranas.

Tras el periodo descanso, el Cádiz se comió literalmente al rival. Propiciado sobre todo porque Alvaro Garcia encendió el motor que tuvo apagado en el primer tiempo y también porque Salvi y Ager tiraron de orgullo.

Afortunadamente, y al menos en eso el fútbol fue justo, no llegó el gol del Levante al filo del noventa en, quizás, la única acción de peligro. Una contra rápida por la izquierda culminada con centro de Abraham a la que no llegó Rober de chiripa. Hubiera sido injusto, aunque también se  hubiera cumplido la máxima del que perdona pierde, pues difícilmente va a tener Ortuño una ocasión de gol tan diáfana como la que desperdició debajo casi de los palos de Raúl Fernández.

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