Víctor Pérez juega para el Albacete que gana con uno más

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 La expulsión de Albentosa a faltade un cuarto de hora para el final clave en la derrota.

Jarro de agua fría para el equipo amarillo. La mañana de domingo en Carranza terminó con derrota por cero a dos frente al Albacete Balompié. Pese a todo, el encuentro no ha sido el cúmulo de despropositos de la primera vuelta y el conjunto de Agné se hizo merecedor con creces no ya solo no caer derrotado, sino incluso haber sido merecedor de la victoria.

Puede que para muchos la clave la tuviera la expulsión de Raúl Albentosa a falta de un cuarto de hora para el final y con tablas en el marcador. Una acción en la que el colegido Pérez Perosa quiso entender acción punible del central valenciano. Cuando menos muy rigurosa la tarjeta, aunque estaba cantado ya al descanso que las tarjetas amarillas podían tener incidencia para el segundo tiempo. Un primer periodo que acabó con cuatro amarillas para el Cádiz (los dos centrales, Fall y la enésima de la temporada a Villar por protestar) por una sóla para los manchegos, Antonio Calle por tocar con la mano el balón. Se podía intuir que lo resbaladizo del terreno, además de lo pesado que se pondría a medida avanzaran los minutos iba a propiciar mucho juego subterráneo y que los experimentados jugadores del Albacete querrían aprovechar la baza del 4-1 con el que se llegó al descanso.

Un primer tiempo sin embargo que puede considerarse milagroso el Cádiz no se fuera con ventaja en el marcador. Hasta seis claras ocasiones de gol tuvieron los amarillos. Quizás la pena para los cadistas es que ninguna de estas la tuviera en sus botas su delantero más en forma, Roberto Peragón. Fue Juan Villar el que estuvo en casi todas, y cuando no Alvaro Campos, otra veces su falta de puntería y, la más clara, la anulaba Víctor Pérez a instancias de su juez de línea situado en tribuna. Y es que por algo los que conocen los vericuetos del fútbol generalizan, simplifican, catalogan o si quieren identifican al árbitro canario como árbitro anticasero por antonomasia. Una vez más se cumplió el guión y esta semana no van a escuchar ninguna crítica de Luis César Sampedro contra el colectivo arbitral. No está teniendo mala suerte en esta faceta el mister gallego en su reentree al mundo del banquillo con dos partidos consecutivos con decisiones polémicas.

El segundo periodo, pese a no ser tan descaradamente de dominio y ocasiones locales, si fueron los de Agné los que más tuvieron cerca del gol. De hecho, antes de la acción que terminó con Albentosa en la ducha, Pablo Sánchez cayó derribado cuando se disponía a abordar a Campos. Esta vez el árbitro no se vio influenciado por nadie y pasó por alto la caida del capitán, en una jugada mucho más que dudosa.

Con la expulsión de Albentosa, Domingo salía en lugar de Fall, pasando a jugar Luque con Granell en el mediocentro. Poco antes Miguel Núñez había hecho lo propio por Mario Ortiz. Y fue precisamente Núñez el que con su pierna izquierda se aprovechó con suma calidad y precisión de poner el balón imposible para Aulestia. Un gol que el Cádiz acusó de lo lindo, pues a la merma de un jugador menos, se le añadía el visible decaimiento físico de hombres como Jorge Luque que habían llevado el peso del equipo. Fue precisamente el cordobés el que con una pérdida de balón propiciaba el defnitivo 0-2. Gol de Antonio Calle que no perdonaba para fusilar de cerca con su pierna derecha.

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