Un cambio decisivo


este_montero.jpgMontero quizás no estuviera atinadointroduciendo el cambio en el momentode defender un libre indirecto cerca de su área. cad_est_02.jpg
 

 1-1. El Cádiz se dispone a sacar una falta cerca de la banda derecha. Todo el Estepona se encuentra metido en su área, preparado para defender el más que previsible centro del lanzador cadista. No es Juanse Pegalajar, sino Enrique. El extremeño se coloca delante del balón, a la espera de que el árbitro lo autorice para lanzar. Dos hombres componen la barrera del equipo de Nene Montero, que intentan ganar metros adelantando su posición. Fue el momento que aprovechó el entrenador del conjunto malagueño para realizar su último cambio: retiró a Igna para que jugara Valencia. Un cambio para amarrar un punto, grandioso botín para un equipo como el Estepona en un estadio como Carranza.

 El cambio llegó en el peor momento posible para el Estepona. Enrique, que estaba iluminado, puso el balón para que Pachón colocara el 2-1 en el marcador. El planteamiento defensivo ideado por Nene Montero se había ido al traste: ya no había punto que amarrar, y sin Igna ni Cabello, su equipo tenía muy difícil marcarle al Cádiz. De hecho, desde el mismo momento en que encajó el segundo gol, apenas generó peligro. El Estepona se desentendió del balón y se centró más en practicar un juego que rayó la violencia, con varios codazos a Enrique, que en lo referente a desestabilizar a los rivales es todo un especialista.

 Lo cierto es que el rival del Cádiz tuvo desde el primer momento la intención de salir con un punto de Carranza. El 0-0 le valía, explicándose esto desde el primer período, cuando comenzó a intentar perder tiempo de forma demasiado evidente. La estrategia era clara: un jugador en el suelo, quejándose de cualquier cosa, echar el balón fuera y que el reloj corriera. Lo único que falló en esta estrategia fue que no contó con la ayuda del Cádiz: dos no pelean si uno no quiere, y eso fue lo que ocurrió. El Cádiz no estaba por la labor de dejarse engatusar y, por ello, no sólo no echó la pelota fuera para que el jugador en el suelo fuera atendido por cualquier minucia, sino que evitó que el rival echara la pelota fuera. Una pena que el fair-play se haya convertido en un elemento más para la picaresca, que se abuse de esto para perder tiempo y sacra beneficio propio. Una pena, además, que un equipo decida hacer de esta trampa su estrategia en un partido de fútbol desde el principio.

 También, desde el primer tiempo, buscando perder tiempo, jugadores como Cabello no dudaron en enzarzarse en turbias discusiones con los jugadores locales. Todo para que no se jugara al fútbol, todo por amarrar un punto. Primero, Cabello empujó a Cifuentes cuando el madrileño no dejó que el balón se marchara por línea de fondo con un jugador del Estepona tendido en el suelo (que, curiosamente, se levantó raudo y veloz al ver que el lateral cadista atacaba) Después, en otra jugada, tuvo un encontronazo con Pedro Baquero, estando un rato en el suelo y logrando que entraran las asistencias sanitarias para nada, pues nada le pasaba. Con este comportamiento, el delantero del Estepona se ganó el “cariño” y la “simpatía” de los escasos aficionados que presenciaron el partido.

 El cambio de Nene Montero llegó en el peor momento para su equipo, pues iba a defender un punto por el que había apostado desde el primer momento (y que iba a lograr de suerte, pues el gol del Estepona es fruto de la suerte y del esperpento cadista) Para el Cádiz, llegó en el mejor momento: marcador a favor y el rival con un perfil más defensivo para afrontar los últimos minutos. Unos últimos minutos en los que el equipo de Jose González hizo bueno aquello de que “donde las dan, las toman”: fue el Cádiz y no el Estepona el que perdió tiempo al final, agotándose gran parte del tiempo de descuento decretado por el colegiado en atender a Pedro Baquero.

Autor:Belmonte

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