La teoría de la maldición: Otro capítulo

El año que el Cádiz ha conquistado el Trofeo Carranza no ha sido bueno para los intereses deportivos de la entidad una vez comenzada la temporada. Una extraña maldición que persigue al Cádiz campeón, que no acaba respondiendo a las expectativas u objetivos marcados el año en que consigue vencer en su trofeo. Siete títulos y, sólo en dos ocasiones se lograron cumplir con las expectativas marcadas en la temporada. Verano 2006. Bezares, Acuña, Fleurquin, Morán, Chico, Limia, Sergio.Fue el año que se le ganó al Real Betis en la tanda de penaltis. En 1981 el Cádiz logró, gracias al gol de Dieguito, conquistar por primera vez el Trofeo Carranza. El rival en la gran final, el Sevilla. Fue el año en que la maldición del Trofeo Carranza comenzó. El Cádiz, que jugaba en Primera División, realizó una fantástica campaña como local. Fue conocido como el matagigantes, pues los principales aspirantes de aquel año cayeron en el Ramón de Carranza. Sin embargo, la temporada no fue tan buena en lo referente al Cádiz como visitante. Los buenos resultados como local no pudieron compensar los malos números lejos de Carranza y el equipo acabó perdiendo la categoría. Dos años más tarde, en 1983, el equipo volvía a conquistar el Trofeo Carranza. En esta ocasión, desde el punto de penalti y contra el Betis. Como ya ocurriera en la temporada 81-82, el equipo militaba en Primera División. Y como ocurriera en aquel año, lo cierto es que en la temporada 83-84 el Cádiz perdería la categoría. Finalizó la competición en el decimoctavo puesto, regresando a Segunda División.En 1985 fue el primer año que el Cádiz, tras vencer en el Trofeo Carranza, logró cumplir con las expectativas. El tercer Trofeo Carranza llegó contra el Gremio, en los penaltis. En la competición doméstica, el Cádiz, que jugaba en Primera División nuevamente, consiguió mantener la categoría. Acabaría situado en la decimoquinta posición. En el verano de 1986 el Cádiz volvería a conquistar el Trofeo Carranza. El rival en la final, en esta ocasión, fue el Betis. Nuevamente, en la temporada 86-87, el Cádiz conseguiría salvar la categoría en Primera División, tras acabar en la decimoctava plaza. La maldición que perseguía al equipo como campeón del Trofeo Carranza parecía haberse roto.Sin embargo, en 1993, regresó de lleno. El Cádiz, que había descendido la temporada anterior a Segunda División, partía con el objetivo de regresar a la máxima categoría del fútbol español. El proyecto no comenzó mal, pues se proclamaría campeón del Trofeo Carranza tras superar en semifinales al Atlético de Madrid y al Palmeiras en la gran final. Sin embargo, una vez echó a rodar el balón, la temporada resultó aciaga. No sólo el equipo no logró el objetivo de ascender a Primera División, sino que perdería la categoría. Acabó en la vigésima plaza del campeonato de Segunda División, teniendo que jugar por primera vez en su historia en Segunda División B. En ese verano, el equipo volvería a conquistar el Trofeo Carranza. En Segunda B, fuera del fútbol profesional, el objetivo era pelear por subir. El equipo, en la competición, fue incapaz de conseguirlo. Acabaría clasificado en décimo lugar. En 2006, penúltima vez que el Cádiz conquistaría el Trofeo Carranza, también se puede entender que se fracasó en el terreno deportivo. El equipo de Oli arrancó bien, doblegando en la final del Trofeo al Betis, pero en el campeonato de Segunda División no se mostró igual de fiable. El asturiano acabó cayendo, regresando Jose González al banquillo. El objetivo, que era el de regresar a Primera División un año después de haber perdido la categoría, no se pudo cumplir. El Cádiz acabaría clasificado en quinto lugar. El último Trofeo Carranza acaba de llegar. El octavo, tras derrotar en la gran final a un Málaga de ensueño. El Cádiz 2011-2012 genera ilusión y expectativas: debe ascender. El tiempo dirá si, en este caso, la maldición que parece perseguir al equipo cuando se proclama campeón se cumplirá o, si por el contrario, el Cádiz logrará sobreponerse a ella. ¿Y cuándo no hace buen trofeo y no se cumple con expectativas? ¿No hay maldición?

Autor:Diego Manuel Belmonte