Cuellar para; Koke no suda y el Cádiz pierde


eib_cad_01.jpgNo se había cumplido el minuto 4, y la tarde daba el primerrevés. Cuellar toca lo justo para que el disparo roce el palo.

La suerte de espaldas; el fútbol es así; el gafe de la camiseta grís… Llámenle como quieran, pero la derrota del Cádiz de este sábado en Eibar es de esas que admiten difícil explicación desde el terreno de lo futbolístico. Contreras se podría meter en el autobús sin conocer el agua de Ipurúa mientras que Pichu Cuéllar ha demostrado las credenciales que le harán el año próximo estar en el primer equipo del Atlético de Madrid. Entre ellas desbarató con una agil estirada un buen disparo de Natalio Lorenzo. No se había llegado al minuto 4 y un ataque combinado entre Kosowski y Gustavo había dejado el golpeo franco al valenciano. Una pena.

El gol del Eibar llegó en el minuto 42 de la primera parte. Una quizás inexistente falta cometida por Raúl López por no saber entender que es lo que buscaba Codina, hace que el larguirucho Martino, el especialista, la golpea con la zurda desde la banda contraria. 35 metros a puerta y escorada. Incluso pifia. El balón no levanta tres palmos del suelo, pero aún así pasa por medio de todos, hasta dar en la base del palo derecho del Koke y a dentro. ¿Increíble? Si, pero no. Los armeros buscaban con ahínco ese tipo de acción. Hasta la extenuación. Había que ser listo y andar despierto. Y el Cádiz defendió como atontados y dormidos. Una lástima, pues hasta ese instante el Cádiz demostró que el Eibar era un equipo superable jugándole con criterio. Los amarillos (otra vez de grises), se fueron al descanso con el marcador en contra. Una historia repetida en Motril, en Ejido, en Gijón, en Córdoba. Una muy mala señal para el segundo tiempo.

Mandiola en el segundo tiempo regaló el balón al Cádiz. Abrió mucho a sus hombres de banda, Codina y Del Olmo, e incluso a este le dio movilidad para incordiar. El objetivo era que el balón estuviera cuanto más tiempo lejos de Cuéllar. A su favor tenía un tesoro en segunda, los espacios. Precisamente lo que el Cádiz, en desventaja ni tuvo ni consiguió crear. Pese a todo, hubo oportunidades de oro. Todas desaprovechadas. Entre ellos dos tiros libres pegados a la cal de la frontal del área. Además, un buen disparo de Gustavo, y la más clara, un remate de Enrique en el área chica que Larrañaga salvó sobre la raya. La leche. Era el minuto 89 y si esa no fue el empate ya la suerte estaba echada. Así fue. Ya no podía haber otra mejor. Una derrota, la tercera del año, y que sin duda hará encender esta semana la alerta naranja. Toca revertir la dinámica y sumar tres.

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