Cuando la competitividad es un problema

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El de Matías, un puesto sin competitividadFoto: cadistasfinos.com

Uno de los valores más comentados de la plantilla cadista es el de su competitividad. Cuando, tras algún mal resultado, el cuerpo técnico del Cádiz ha decidido modificar la alineación y dar entrada a alguno de los futbolistas que no venían jugando la respuesta del jugador ha sido, la mayor parte de las veces, notable. Esto ha llevado a muchos de los que opinan sobre el Cádiz a hablar de una plantilla compensada y de un gran trabajo psicológico de Espárrago y sus ayudantes para mantener la tensión y el nivel en los suplentes.La primera premisa es más o menos cierta. Digo más o menos porque la competitividad o la compensación de la plantilla del Cádiz es muy relativa. Cierto es que cuando Enrique ha debido sustituir a Dani Navarrete lo ha puesto todo hasta ganarse el puesto. Del mismo modo, De la Cuesta ha cubierto el expediente de forma más o menos aceptable en todos sus partidos. También en los laterales, los tres con los que cuenta el Cádiz han superado el aprobado en casi todas sus intervenciones.

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Enrique y Dani se han repartido el “7”Foto: cadistasfinos.com

En otros puestos, sin embargo, el nivel de los suplentes ha dejado mucho que desear. Así, ni Pavoni ni Oli han contado con sustitutos de garantías en el banquillo cadista. Miroslajevic, pese a los goles ante el Valladolid, ha dejado la sensación de jugador torpón y que no aporta nada en la creación de juego. En el caso de Pavoni, en la plantilla no parece existir otro futbolista de sus características y los que han jugado en su puesto siempre han demostrado más carencias que virtudes.Sin embargo, el puesto en el que la competitividad de la plantilla del Cádiz alcanza su máximo exponente es en el de mediocentro. El Cádiz cuenta con cuatro mediocentros de gran categoría que han venido alternándose en el titular. La principal característica ha sido que la pareja titular cuando se ganaba, si no había algún problema, repetía la semana siguiente. Eso ha provocado dos consecuencias claras. Por un lado, los titulares han tratado de no perderse ningún partido por lesiones o tarjetas para no condenarse al banquillo. Por el otro, los suplentes han salido siempre a darlo todo para recuperar el puesto lo antes posible. Hasta aquí todo correcto, pero intervienen un factor negativo.

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Suárez, su puesto el más competitivo con diferenciaFoto: cadistasfinos.com
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Bezares, una garantía su rendimientoFoto: cadistasfinos.com

El problema ha surgido en estas últimas jornadas con Andrés Fleurquín. El uruguayo está a una tarjeta de cumplir ciclo y perderse el siguiente partido lo que le ha llevado a no meter el pié y evitar, por todos los medios, la décima tarjeta amarilla.Un ejemplo claro: la jugada del empate a uno contra el Valladolid. Víctor recorre treinta metros con la pelota porque ni Fleurquín ni Velázquez (otro apercibido) quieren hacerle la falta que les suponga perderse el siguiente partido.Un dato estadístico: hasta el partido ante el Elche, Fleurquín había recibido nueve tarjetas en 1174 minutos, lo que quiere decir, una tarjeta cada 130 minutos. Desde que vio la cuarta acumula 270 minutos sin ver una amarilla.Andrés, como Velázquez, como Varela, como Armando o como Pavoni deben ser conscientes de que en el banquillo aguarda otro jugador que va a dar lo máximo y su situación de amenaza de suspensión no puede llevarle a contemporizar cuando debe hacer alguna entrada. Más aún ahora, que sólo quedan cuatro partidos y que cada jugada puede suponer un empujoncito más hacia el Pay per View. por Ccapital, socio cadistafin@

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