El Cádiz desarma al Almería con su arma letal

Barral marcaba en Carranza por vez primera esta temporada

Partido en martes, de copa, y con lo que importa, la liga, esperando el viernes. En esa encrucijada, tanto Ramis como Cervera optaron por sacar de inicio un once “alternativo”. El técnico gaditano se decidió por poner arriba a la dupla Barral y Romera, con otra dupla formada por Garrido y Alex, dejando las bandas para Moha, la derecha, y Aitor, la izquierda. Se producía el debú de Yáñez en la portería, mientras que Servando era el único defensa que repetía, acompañandolo Correa, Kecojevic y Bijker. En cualquier caso un once que se intúa saldría a competir y con capacidad de pasar de ronda. Luis Miguel Ramis presentaba a Joaquín y Caballero como hombres habituales en liga, si bien el resto, como Verza, Javi Álamo, Hicham, Owona, Fran o Tino Costa conformaban un once de valía.

Verza completaba el encuentro completo por vez primera tras su regreso.

Sin embargo, y ya el primer tiempo, muy pronto, tras un inicio de aparente control almeriense se pudo ver a las claras que mientras el Cádiz tenía bien claro cómo podía hacer daño al visitante, los almerienses se perdían en toques y toques que casi siempre morían bien en Bijker, en Servando, o, en un inconmesurable Jon Ander Garrido, que literalmente se comió desde el minuto diez a los experimentandos Verza y Costa. Paradigma de que este Cádiz está trabajado y que las ocasiones de gol no nacen fruto de la improvisación fue el único gol del encuentro, un tanto calcado al que también marcaba Barral en Córdoba y nacido en una recuperación de Garrido y rápida apertura al extremo con pase atrás de éste, hoy un inspirado Moha Traoré que dejó en pañales en el primer tiempo al ecuatoriano Pervis Estupiñán, un auténtico pelele en el especialmente en la primera media hora tras la estela del malíense. Un gol, el de Barral, que pese a que pueda parecer sencillo, tiene su complejidad, tras tocar con un sutil toque con su izquierda al poste derecho de Fernando.

El gol llegaba en el minuto 22 y a partir de ahí, o muy pocos minutos después, o Cervera dio la orden o sus muchachos, todos con enorme confianza, empezaron a jugar con la vista puesta en el marcador y en el importante encuentro del viernes. No había necesidad de arriesgar ni de gastar un milímetro más de energía de la necesaria. Fue un Cádiz muy sobrio que jugó demostrando la actual confianza que tiene en su bloque defensivo. Es cierto que también los tres refrescos introducidos en el segundo periodo, Carrillo (que debutaba), Salvi y Nico Hidalgo, aportaron el aíre suficiente para que sólo la incertidumbre del resultado hiciera sospechar que podía llegar el empate. También movió fichas Ramis, en este caso quitando al único delantero e introduciendo más gente en el centro como Nauzet o Rubén Alcaraz, pero ni por esas, pues cuando no era Garrido, era Alex y en cualquier caso un sistema defensivo que prácticamente hizo que Yáñez, apenas tuviera ocasión de lucirse en una ocasión, un disparo del argentino Costa.

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