César Ferrando: Un buen negocio para todos


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César Ferrando en Carranza con Mikel Buades y el Alba. Pronto puede venir con el Nástic

Cuando se toman decisiones inusuales, dice la sabiduría popular que es de sabios saber reconocer la equivocación. Los cinco años (temporadas) por las que César Ferrando firmó por el Albacete cuando el Atlético de Madrid decidió no ofrecerle la renovación abarcaba desde la 2005-2006 hasta la 2009-2010. Y es que nadie puede negar que era una decisión con mucho de riesgo de hipotecar el futuro del club manchego.

El Albacete, que ya incluso ha superado al club cadista en la clasificación, tiene, como nosotros, la permanencia casi asegurada, por lo que ya han empezado a trascender otras cuestiones. Así, la prensa manchega ha desvelado que César Ferrando no continuará en el club a partir del próximo junio. En el Albacete han tomado las riendas nuevas personas, y éstos han decidido que dos años en Segunda con César Ferrando ya son suficientes. De esta forma ha transcendido que se ha llegado a un acuerdo con el técnico de Tabernas para rescindir los tres años de contrato que le restaban. A cambio, percibirá parte de las cantidades pactadas para el próximo año. En total, y en lenguaje “para entendernos” percibirá 300.000 euros en junio y olvidará lo que tiene firmado. Un buen negocio-jurídico sin duda para el entrenador, que ya empezaba a estar cuestionado por buena parte del “entorno” del Alba por su singular carácter.

Ferrando, con buen cartel como técnico de plata, merced a sus tres temporadas de experiencia (con un ascenso a Primera entre ellas) ya aparece como uno de los mejores posicionados para estar al frente de otro proyecto que se presume aspirante para la liga 2007-08, el del Nástic de Tarragona.

En cualquier caso el mensaje sin embargo que trasciende es muy parecido a otro que, con buen criterio y profesionalidad, hacía Abel Buades en rueda de prensa. Un mensaje, también poco corriente en estos tiempos y sobre todo con la treintena en el DNI: «A pesar de lo firmado, si no quieren que siga, nos sentamos a hablar y no voy a ser un impedimento». No es normal pensar así. Y menos con luz y taquígrafos.

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