Pura magia

quico_cadistasfino_2010.jpgSe trata del jerezano más universal en el mundo del fútbol. De uno de los jugadores que más pasiones levantó en el fútbol español mientras permaneció en activo. Un icono. Pura magia. Eso era Quico Narváez sobre un terreno de juego. Un futbolista importante en la historia reciente de nuestro fútbol: Internacional con la Selección, líder del Atlético de Madrid de finales de los noventa y salido del Cádiz Club de Fútbol, por el que tampoco pasó de puntillas. Todo lo contrario. Sobran los motivos para explicar la designación de este ex – futbolista como Cadistafin@ del año 2010. Debutó en Primera División hace veinte años, contra el Athletic Club de Bilbao. Sin embargo, no sería hasta la última jornada de Liga cuando entró con todos los honores, en la historia del club. Soberbia su actuación en Carranza ante el Zaragoza, para salvar al Cádiz del descenso a Segunda. Con el quince a la espalda, rompió el encuentro a nueve minutos del final. Primero, recibió un pase de Quevedo dentro del área para ser derribado por Julia. Penalti claro, sin discusión, que supuso el empate para el Cádiz. Dos minutos después, sin tiempo para reponerse, Quico desató la locura. Asistido por Barla, batió con un disparo a inapelable. 2-1 y el Cádiz que jugaba la promoción para evitar el descenso. Dos temporadas más permaneció en la disciplina cadista, hasta que en 1993 el Atlético de Madrid de Jesús Gil lo incorporó a sus filas. Le costó trabajo brillar, en parte por el mal momento que atravesaba el conjunto colchonero. Pero todo cambió en 1995, con la llegada del serbio Radomir Antic, quizás el técnico que mejor rendimiento supo sacarle al jerezano. En la temporada 95-96 Quico formó una dupla letal con el búlgaro Penev: entre los dos sumaron veintisiete dianas, ayudando al Atlético a conseguir un histórico doblete. Fueron, hasta la pasada temporada, los últimos trofeos que consiguió el club de la ribera del Manzanares. En la 96-97, nuevamente con Antic en el banquillo, tuvo la oportunidad de disputar la Champions League –de la que cayó eliminado en cuartos con el Ajax- y, además logró su máxima marca goleadora: trece goles. En las siguientes temporadas fue clave, el líder de su equipo. Dejó para el recuerdo una de las sociedades más prolíficas de Primera División con el italiano Vieri, cimentada a base de silbidos. Dejó “el arquero”, celebración que popularizó y que también usaron jugadores como Dani Güiza o Fernando Torres. Sin embargo, su carrera se vio lastrada por sus maltrechos tobillos, que le impidieron deleitar al aficionado con la magia de sus botas. No pudo evitar el descenso a Segunda del Atlético, y tras no conseguir el retorno a la máxima categoría al año siguiente, puso fin a su carrera en el Extremadura en la temporada 2001-2002. Fue un jugador que marcó una época, Internacional con la Selección española. Logró, siendo jugador del Cádiz, el oro olímpico en los Juegos de Barcelona’92. Su concurso fue vital para alzarse en la final contra un combativo equipo polaco: marcó dos goles. De la mano de Javier Clemente, Quico disputó la Eurocopa de 1996 –viendo cómo le anulaban un gol en cuartos contra Inglaterra- y el Mundial de 1998 –marcando dos goles en el intrascendente duelo contra Bulgaria de la fase de grupos. Una distinción más que merecida a un jerezano que protagonizó momentos históricos del Cádiz Club de Fútbol en Primera División. Quico Narváez, pura magia. QUICO_ANUNCIO.jpg

Autor:Belmonte

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