La suerte del campeón


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 El Cádiz tuvo en Cáceres lo que en el argot se llama la suerte del campeón. No obstante, no conviene confiarsey sí seguir apretando fuerte en lo que queda de liga. No hay nada hecho.

Dos largueros. Varios disparos a bocajarro. Un equipo local que acosa, que tiene al Cádiz encerrado, con una afición volcada en busca de la victoria. Un Cádiz que apenas crea juego, ocasiones, peligro. Y sin embargo, el Cádiz no perdió. ¿Cuántos partidos se hubieran perdido en temporadas anteriores con un panorama similar a este? El Cádiz gozó en Cáceres de aquello que ha venido a llamarse como “la suerte del campeón”. El Cádiz sacó un valioso punto del Príncipe Felipe, un estadio inexpugnable desde octubre de 2010, cuando el Universidad de Las Palmas acertó a derrotar al Cacereño por 1-2. El equipo local, con las ideas muy claras, fue amo y señor del encuentro. Muy superior al Cádiz, que dio una imagen muy negativa tras el partido. “¿Este es el líder del Grupo IV?”, se preguntaba en voz alta (verídico) el público del Príncipe Felipe. El Cacereño, adaptado a la trampa del césped del Príncipe Felipe, decidió no rasear el balón. Jugar por bajo, dadas las irregulares condiciones del terreno de juego, era algo que carecía de todo sentido. Comandados por Lolo, los hombres de Braojos apostaron por un juego más directo, buscando a Álex, su referencia ofensiva. Alrededor de él, se movían Curro, Israel Jerez y Mena, llegando en segunda línea. Muy activos estuvieron estos dos últimos. Israel Jerez tuvo un bonito duelo en la banda con David De Coz, llegando a disponer de algunas buenas oportunidades de gol. Mena, por su parte, se movió como pez en el agua en el desigual terreno de juego del Príncipe Felipe. Un incordio constante, más con la entrada en el terreno de juego de Santi Villa. El jiennense fue duda de última hora para Pedro Braojos. Fue el único cambio que realizó el Cacereño en todo el encuentro, y con su entrada, su equipo cambió algo su estilo de juego. Abandonó, en parte, el juego más directo para buscar un juego más elaborado, canalizado en todo momento por Santi Villa. Mucho peligro generaba el Cacereño en los saques de banda. Tanto en la izquierda (sacados por Diego) como en la derecha (sacados por Palero y Jaraiz) los saques de banda del Cacereño eran prácticamente un saque de esquina. Una oportunidad más de meter el balón en el área cadista, de embotellar al rival y de generar peligro. El resultado: múltiples ocasiones de gol, que no llegaron a materializarse por el buen hacer de Aulestia, que tuvo en los palos un aliado de excepción. Si el Cacereño tuvo en el césped su aliado, el cancerbero cadista lo tuvo en el larguero, que repelió dos goles cantados de los extremeños. También hay que destacar la intensidad defensiva del Cádiz. Muy serio atrás, parapetado, aguantando las acometidas de su rival. Lo que al Cádiz le faltó para crear juego le sobró para defenderse. A pesar de ello, un pero: las jugadas de estrategia. Tanto en los saques de banda como en los de esquina la zaga cadista sufrió más de lo debido, teniendo errores tontos y muy peligrosos. Reseñable es el error de Jeison Murillo tras un saque de banda, que acabó en un remate acrobático del Cacereño dentro del área cadista que acabó escupiendo el larguero.

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