Impreciso y espeso


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 Fran Cortés. Encargado de la creación, si él no carbura el sistema de Vidakovic se resiente.No está demostrando que quiere ser importante esta temporada.

Un punto. Y gracias. Tal como llegó a ir el encuentro, el reparto de puntos fue lo mejor que le pudo pasar al Cádiz de Risto Vidakovic ante el Real Murcia. El equipo se complicó enormemente la vida en el segundo tiempo, cuando este período tuvo un inicio inmejorable para los intereses amarillos tras la expulsión de Luciano. El gol de penalti de Aarón Bueno terminó de hacer justicia, ya que ninguno de los dos equipos hizo méritos para imponerse al otro. El pitido final del colegiado madrileño Pizarro Gómez refrendó que aún le queda mucho trabajo por hacer al actual cuerpo técnico cadista.Una vez más el equipo salió de inicio sin un delantero centro de referencia. De hecho, no fueron convocados ninguno de los delanteros con los que cuenta el Cádiz en su primera plantilla. Enrique volvió a jugar como hombre más adelantado, aunque lo cierto es que el extremeño se dejó caer más a las bandas –por la derecha en el primer tiempo, por la izquierda en el segundo. Al equipo le faltó un jugador que peleara con los centrales murcianos, que los fijara, que permitiera la incorporación de futbolistas desde la segunda línea. Fruto de esa ausencia, el Cádiz apenas inquietó a Alberto: sólo disparó a portería al final del encuentro, en una volea de Cifuentes que obtuvo una sensacional réplica del cancerbero pimentonero. Antes, en el primer acto, Aarón Bueno disparó fuera al intentar batir al portero con una lejana vaselina. Todo eso fue el bagaje ofensivo del Cádiz en noventa minutos de partido. Sorprendió, por tanto, la ausencia de un “nueve”, ya no sólo en el once titular, sino en la convocatoria.También sorprendió la presencia del valenciano Álvaro Campos en la portería, en detrimento de Dani Miguélez. Era el debut en Liga del joven guardameta, precisamente, ante el equipo del que procedía. No lo hizo mal, se mostró seguro en los centros al área de Albiol –quizás el mejor jugador del Murcia- aunque no es menos cierto que tuvo poca labor en el partido. Si el Cádiz tiró poco a puerta, otro tanto puede decirse del Murcia, que salvo en el gol y un remate de cabeza de Amaya que se marchó fuera, no volvió a disparar.

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Alvaro Jurado. Su desgaste es enorme. Tampoco él puede encargarse de destruir y construir. Fue el primer relevo de Risto.Fotos: P.Ortega- www.cadistasfinos.com

En líneas generales el Cádiz estuvo espeso. Al comienzo del primer tiempo le ganó la batalla del centro del campo al Murcia, gracias al papel de Álvaro Jurado. El centrocampista cadista fue fundamental hasta la primera media hora de partido: robaba balones, ayudaba a sus compañeros en la defensa, organizaba el juego, daba pases lejanos… Sin embargo, la gasolina le duró muy poco. Inexplicablemente desapareció del encuentro y el Murcia logró recuperar el centro del campo, iniciando su reacción. Cabe decir que el dominio del Cádiz en el centro del campo no se plasmó en otras áreas del terreno de juego. El centro del campo, mientras Jurado aguantó, fue amarillo, pero el equipo no supo aprovechar la situación. Aarón Bueno, autor del empate, estuvo gris, desaparecido. No encaraba, y cuando lo intentaba le salía mal. Caballero y Fran Cortés estuvieron muy fríos, lentos: se anularon entre ellos. Hay dos apuntes que pueden ser preocupantes si siguen repitiéndose en el futuro: lo mal que defiende el equipo cualquier jugada de estrategia y la poca capacidad de reacción mostrada tras el gol del Murcia. Cualquier falta, cualquier saque de esquina del Murcia dejaba en evidencia a la defensa del Cádiz. No se trata de fallos individuales, sino generalizados, colectivos. Cuando Albiol iniciaba una jugada de estrategia, el peligro era manifiesto, pues siempre había más de un jugador grana solo, sin marcador, dentro del área. Así llegó el gol, después de que nadie marcara a Richi –que asistió de cabeza en el corazón del área después de que Albiol sacara desde la esquina- y a Chando. Fue un calco de lo ocurrido en el remate de cabeza de Amaya en el primer tiempo: el central pimentonero remató a placer, sin que nadie le inquietara. Vidakovic tiene que trabajar mucho para que el equipo mejore en esta faceta del juego. Habría que mejorar también la imagen mostrada tras el gol. Con el marcador en contra el equipo se mostró demasiado inseguro, cometiendo errores que, de haber tenido otro planteamiento el rival, hubieran costado muy caros. El entrenador realizó dos cambios, pero no mejoraron lo que ya había sobre el césped de Carranza. Ni con el 0-1 el equipo disparó a portería. El penalti sobre Velasco vino en una jugada aislada, no por la insistencia cadista. El equipo no debería vendeirse abajo al recibir un gol y más en su estadio. Con el empate, tampoco el Cádiz enceró al Murcia. No fue un torbellino, un ciclón. Pudo haber ganado, si Alberto no hubiera adivinado la trayectoria del disparo de Cifuentes, o si López Silva hubiera afinado más la puntería en su lanzamiento de falta, pero lo justo fue el empate. Con todo Carranza pidiendo más intensidad, el equipo mostró una extraña parsimonia: tocando el balón, retrasándolo en vez de meterlo en el área, sin probar al cancerbero rival. Esto pudo verse motivado por la ausencia de un delantero centro nato que peleara los balones aéreos, o porque el equipo se descentró por culpa del otro fútbol practicado por el rival –con continuas pérdidas de tiempo y protestas airadas de las decisiones arbitrales- pero tal vez el Cádiz debió irse más al ataque. Un punto. Y un juego espeso e impreciso que necesita más trabajo para mejorar. Lo mejor de todo es precisamente el punto cosechado: el equipo mantiene el liderato, aunque empatado a puntos con el San Roque Lepe y con el Lucena. También se mantiene la distancia con el Real Murcia: dos puntos.

Autor:Diego Manuel Belmonte

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