Francia se guillotina

LOGO_SUDAFRICA.jpgHa sido el fracaso más sonado del Mundial. Cierto es que tampoco se esperaba mucho de la actual subcampeona del torneo, pero el papel realizado por el equipo de Domenech ha sido paupérrimo e indigno de una selección con la gloriosa historia reciente de Francia. Se repitió la historia del Mundial de Corea y Japón, cuando Francia fue incapaz de pasar de octavos de final sin llegar a marcar ningún gol. Ocho años más tarde, los bleus también acabaron últimos de grupo aunque logrando marcar un solo gol.Sin duda el papel de Francia en este Mundial pasará a la historia por los problemas extradeportivos que la han rodeado. Ha sido un grupo fragmentado, con disputas personales –es un secreto a voces que en el vestuario Anelka, Gourcuff y Ribèry no se podían dirigir la palabra-, problemas institucionales… El seleccionador ha sido incapaz de tomar las riendas del vestuario donde sus decisiones han sido muy discutidas siempre: no gustó la no inclusión de Thierry Henry en las alineaciones mundialistas. Curiosamente ocurrió como en el Mundial de Alemania: las decisiones de Domenech no fueron acatadas por el grupo, que entró en rebeldía y tomó el poder del vestuario. En aquella ocasión salió bien, ahora no. Tampoco gustaba a la prensa gala el seleccionador, que sabía antes de desembarcar en Sudáfrica que iba a perder su cargo a favor de Laurant Blanc. Es difícil hablar del juego de Francia en el Mundial, máxime teniendo un entorno tan convulso como el que ha tenido. Desde los choques con las instituciones deportivas del país, que criticaban el lujo de los hoteles en los que los jugadores se alejaban, hasta la negativa de varios integrantes del equipo a entrenarse. La actitud de Francia ha sido deplorable, muestra de lo que no debe hacerse en el deporte de alta competición. También ha tenido un papel muy destacado Nicolas Anelka, futbolista con un difícil carácter donde los haya, que fue expulsado por el seleccionador de manera fulminante después de que el ariete del Chelsea le insultara abiertamente en el descanso del partido contra México. Un desplante más en el largo historial de Anelka, que volvía hace pocos días a Londres sin realizar declaraciones. La pelea de Patrice Evra con el preparador físico del equipo ha sido otro episodio más del horrible Mundial de la selección francesa, que se ha guillotinado en esta competición –y ya van dos tras el fiasco de la Eurocopa de 2008-, evidenciando que necesita una amplia y profunda reconstrucción. Con un ambiente así es difícil hacer un buen torneo. Potencial tenía para llegar por lo menos a los octavos de final. Su bochornoso comportamiento lo ha impedido. Aunque, en un Mundial como este, tan aburrido, se echará de menos el espectáculo francés: era, junto con la polémica montada en torno a Sara Carbonero, de lo poco interesante de este torneo.

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