Maradona y Mágico. El 10 y el 11.
Mágico es del Cádiz. El Cádiz es de Mágico. Por eso, esta sección «Dicen que el amarillo» no podía pasar por alto el encuentro que Mágico ha tenido en su país con el otro grande de su época, «Diego, Dieguito, Diegote…» como cariñosamente le llamaba Jorge Alberto González Varillas. El Cádiz es de Mágico…Así informan del encuentro a la llegada al aeropuerto salvadareño en «La Prensa Gráfica», el periódico deportivo que es toda una institución en el país centroamericano. Si a Diego le sobran los kilos, el nuestro está hecho un figurín. .-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-
 El 10 ya está aquí |
 Los dos ídolos, que se expresan mutua admiración, se abrazan en el Aeropuerto Internacional El Salvador, anoche.
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La larga espera terminó. El astro de todos los tiempos de Argentina Diego Maradona puso pie por fin en El Salvador. El Pelusa, vestido con short, camisa, zapatos y gorra negra, llegó al Aeropuerto Internacional El Salvador, en San Luis Talpa, a las 9:10 de la noche. No dio declaraciones, apenas saludó. Fue una larga espera. Un espera que comenzó la semana pasada cuando se pospuso su llegada. Y Ayer se esperaba que arribara, procedente de Honduras, donde había jugado el miércoles a eso de las 4 de la tarde. Por mil razones que nadie explicó, apareció hasta ya entrada la noche del jueves. En el interior de la terminal aérea, lo esperaba otro astro, el nuestro: Jorge Mágico González, quien previo a la llegada del argentino dijo estar nervioso de encontrarse con el 10. Y lo estaba, porque mientras aterrizaba el avión, Jorge observaba por la ventana como un niño. Por fin salió Diego. Fue el primero en llegar a la sala. No hubo protocolo entre ambos, se conocieron, se conocían. Un abrazo, una par de palabras de bienvenida de González a Maradona y un beso en la cabeza marcó el encuentro. El Mágico abandonó el lugar así de rápido. Se fue y solo le deseó un buen descanso a Maradona. Mientras el argentino esperó pacientemente a que le revisaran su documentación. Se sentó, pies arriba de la silla mostrando el tatuaje de Fidel Castro que lleva en su pantorrilla izquierda, y saludando de vez en cuando. Abrió su maleta de mano para sacar un puro. Fue rápido el chequeo y, junto a sus compañeros, entre ellos la figura de Matías Almeyda, salió de la sala. ¿Cómo te sientes de estar en El Salvador? Bien, respondió Diego mientras caminaba escoltado. No hubo oportunidad de declaraciones. Mañana hablamos, dijo el Pelusa y prosiguió su camino rumbo al bus. Sus hinchas En las afueras del aeropuerto lo esperaba un grupo de aficionados de la Ultra Blanca, la afición del Alianza. Habían llegado a eso de las 6:30 de la tarde. Tenían una imagen suya tamaño gigante para que la viera a la salida. Para el autógrafo. Olé, olé, olé, olé, Diego, Diego…, le cantaron como a su dios. Le hicieron sentir que en el corazón de El Salvador tiene un rinconcito. Maradona apenas pudo saludar levantando su mano, firmó una pancarta y la que le esperaba como alfombra se la llevó para autografiarla más noche en el hotel donde se hospeda. |
