Fantasma con túnica blanquiazul

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Alguno pensará que a Carranza se va con la cara tapada… ¡Son bufandas !Foto: La Voz de Cádiz

Ayer publicábamos Ganas de enredar, haciendo referencia a cómo cargaba las tintas la prensa guipuzcoana sobre la derrota de la Real Sociedad. No cabe emplear otra palabra que sabor a derrota. Ir ganando 0-2, tener la permanencia matemáticamente asegurada y perderla en veinte minutos duele y mucho. Todavía debe doler más si se hace en el campo del penúltimo. La afición cadista, los 19.000 abonados que han llenado Carranza en toda la temporada, no se merecen estos calificativos. Son de una dureza inmerecida. A Esquinas lo equivocó su ayudante, y señaló penalti. Lo mismo que tuvo el acierto de, por centímetros, anular un gol al Cádiz con anterioridad.El apoyo de la afición del Cádiz a su equipo ya lo quisieran para sí más dos tercios de los 20 equipos de la liga de las estrellas. Entre ellos la propia Real Sociedad. No lo dice ningún cadista, lo dice su propio Presidente, Miguel Fuentes: En Anoeta no es igual. Es un hándicap que tenemos. La gente está muy lejos y eso se nota []. Ahora bien, también creo que si la gente en Anoeta llena al campo, anima, chilla al contrario o protesta las decisiones arbitrales cuando se equivoca, también puede influir. Deportivamente, sin tirar nada, pero también puede influir. En resumidas cuentas, lo que hace la afición del Cádiz cada domingo en Carranza. Lo que hizo en el Bernabéu, en el Nou Camp, en San Mamés, La Romareda, La Rosaleda y lo que hará en el Alfonso Pérez Podría pensarse que lo del jueves había sido fruto de un calentón. Ni mucho menos. Ha sido ver el fantasma del descenso vestido otra vez con la túnica blanquiazul, para que esta vez el centenario Mundo Deportivo, en su canal del club donostiarra, quiera desviar la atención con la derrota en Cádiz. Reproducimos lo publicado  rso_fuentes.jpg …también creo que si la gente en Anoeta llena al campo, anima, chilla al contrario  o protesta las decisiones arbitrales cuando se equivoca, también puede influir Foto: Web R.Sociedad El Carranza no tiene gracia.La actitud de la grada rayó lo inaceptable y amedrentó al árbitroDespués de escuchar toda la temporada que el Cádiz debía permanecer en Primera siempre, por la fidelidad a sus colores, por su manera de animar, por la relatividad con la que afrontaban un hipotético descenso y, sobre todo, porque en el Carranza siempre reina la alegría, uno llega a sentir cierta afinidad con la modesta escuadra amarilla. Los noventa minutos largos que padeció la Real en el estadio gaditano, sin embargo, desdicen cualquiera de esos sentimientos y, lejos de corroborar ese guiño de complicidad a favor de los amarillos, llevan, casi, a agradecer no tener que volver a ese campo la próxima temporada para soportar una experiencia tan desagradable.Y es que la Real tuvo que aguantar uno de los ambientes más hostiles y desagradables que le haya tocado afrontar en las últimas temporadas. Entender que el Cádiz encaraba el partido en una situación absolutamente límite y extrema debe ser parte del guión que colabore a comprender lo allí vivido pero equivocar presión y apoyo al equipo con antideportividad y violencia es confundir absolutamente la manera de afrontar un encuentro de fútbol. Por muy trascendental que éste sea. El envenenado ambiente que logró la afición del Cádiz el miércoles por la noche no intimidó a la Real pero sí a un Esquinas Torres que actuó condicionado y, sobre todo, absolutamente desbordado por los acontecimientos. oli_mano.jpg  Oli también se lleva lo suyo. Y el Diario de Cádiz…Foto: La Voz de Cádiz Es posible que la alineación de José Mari Bakero fuese conservadora, que la decisión de incluir a Viáfara restara posesión al equipo y que con Novo pudiera haber tenido más capacidad para gestionar el esférico y, como consecuencia, más capacidad para dañar a un Cádiz que era vulnerable. Es posible que a los ojos de la mayoría de los guipuzcoanos el equipo jugara demasiado atrás, se limitara en exceso a rechazar balones y tuviera muy poco balón. Siendo todo eso posible, quien asistió al Carranza entenderá que el planteamiento de llenar el equipo de ‘gladiadores’ fue un acierto ya que hacer mucho más de lo que hicieron los txuri urdin no fue posible, algo en lo que mediatizó de forma capital la actitud del árbitro: bastante hizo la Real con llegar 1-2 al minuto noventa porque, con todo, debió ganar el partido si no llega a ser por la infame decisión arbitral del último minuto.Porque allí no se pudo jugar. El listón de lo que era falta y de lo que no era falta se situó en paralelos absolutamente opuestos para ambos equipos y así, mientras que todo jugador del Cádiz disputaba cada balón con el codo a la altura de los rostros txuri urdin, un leve soplido de los blanquiazules era falta; mientras que los cadistas podían entrar con todo, en duelo, en su afán de robar, los realistas debían hacerlo con la mayor de las pulcrezas. Bastará repasar la estadística de faltas a favor de unos y otros. Y ese tipo de arbitrajes, además de los errores de bulto, que los hubo, contribuyen a ahogar a un equipo porque no le dejan salir de su campo y le obligan a un ejercicio de supervivencia continuo.En la mediatización del colegiado tuvo mucho que ver una grada mucho más cercana a lo inaceptable que a la fama de graciosa que tiene. No tiene mucha gracia despedir a un portero con una pitada enorme cuando se va con una brecha tremenda en la cabeza y debe pasar la noche hospitalizado sin poder regresar a casa. Ayer ‘El Diario de Cádiz’ reflejaba que la afición gaditana se había enfadado por la actitud de Riesgo. ¡¿Actitud? Si estaba medio sin conocimiento! Menuda gracia. No tiene nada de gracia pasarse todo el partido al grito de ¡Invasión, invasión!, amedrentando al árbitro, cuyo gran objetivo pasa a ser salir vivo. No tiene ninguna gracia que le impacten con una pila y que, seguramente, no cierren el campo cuando Anoeta es víctima casi cada semana de multaspor incidentes de público. No tiene ninguna gracia que al linier le lancen un jersey que se enreda en sus piernas acto seguido de pitar penalti y que, todavía, el colegiado sea despedido al final con una pitada monumental cuando les ha ‘regalado’ un empate que, claro, como no evitará que se vayan a Segunda, no les pareció suficiente. Según parece, Esquinas Torres tenía que haber rematado algún córner. Nada de lo vivido en Cádiz tuvo gracia y en ese escenario, bastante hizo la Real. De hecho, tenía que haber ganado y estar hoy virtualmente salvada.

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