Escalante habla del Cádiz

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 Escalante habla de su época en el Cádiz Foto: Diario de Córdoba

A nuestra sección Dicen que el amarillo, traemos hoy unas declaraciones que a Rafael Romero realiza José Tomás Escalante en el Diario de Córdoba. Escalante, como recordaréis, fue entrenador del Cádiz en la 2001-2002. Fue cesado muy pronto. En su efímera y poca recordada etapa en el club cadista estaban hombres como Armando, Varela, Raúl López, Jesuli, Abraham, David Palacios, Zafra, Victor Garcia o Sambruno, por citar a algunos. Escalante, ahora entrenador del Córdoba de nuevo, donde ha llegado del Don Benito al que estaba entrenando, responde a algunas preguntas sobre su pasado en el Cádiz. El secretario técnico en aquella época era Juan Antonio Sánchez Franzón, ahora técnico del C.D.San Fernando.


Son alrededor de las tres de la tarde y el bar La Marquesa, a escasos metros del coso de Los Califas, ebulle testosterona y cerveza muy fría. A Escalante lo reciben como a un torero. Es el míster, para unos; el vecino de al lado, para otros; el entrenador del Córdoba CF para quien trata de enterarse de qué fue de él cuando lo echó Angel Marín a las puertas de la Navidad del 2000. –¿No siente un ligero cosquilleo a escasas horas de volver a enfrentarse cara a cara a su gente en El Arcángel? Nervios no, al contrario, estoy más tranquilo que nunca porque el público nos va a recibir bien, aplaudiéndonos, expectante, al tiempo que se le solicita paciencia, aunque nos agrada que sean exigentes para que no nos durmamos. Creo que va a ser un domingo especial para mí, pero espero que la gente refleje su estado de ánimo en el grupo y que ayude a los jugadores. –Lo dejamos un mes de diciembre del 2000, cuando Angel Marín lo puso en la calle, para muchos, sin motivos. Fue muy especial sobre todo por las fechas que eran. Fue un 22 de diciembre y se estaban haciendo las cosas bien. Evidentemente se iba a pelear por estar arriba, pero nuestra zona era mitad de la tabla, que es donde estábamos. Veníamos andando desde Segunda B, pero las empresas y los clubes cambian para mejorar y las cosas se hicieron para eso. Desgraciadamente no fue así, igual que ahora mi vuelta se ha hecho para mejorar también. Son cosas que hay que admitir desde el punto de vista profesional. –¿Qué aprendió de aquello? Aprendí a cabrearme, porque profesionalmente te fastidia muchísimo, pero a razonar que las cosas se hacen para mejorar, no quiero pensar que exista nada personal en algo donde se juega tanto y está implicada tanta gente como es un equipo de fútbol. Pero no tenía por qué haberlo hecho, salvo en lo profesional, entendía que desde el punto de vista empresarial todo se hace para mejorar. Así lo asimilé y me vino muy bien. ¿Le recuerda en algo este equipo al que cogió en el 98 o los sucesivos en Segunda A? No me he parado a pensarlo. Estoy viviendo ahora mismo muy intensamente el presente y no me he parado a pensarlo. No voy a perder el tiempo, voy a sacar el máximo colectivo a esta plantilla y llevar para adelante los apoyos de fuera, llenar de ilusión no sólo a los jugadores, sino a todos los estamentos del club. –Continuamos. Después se marchó al Cádiz, un equipo, imagino, que colma las aspiraciones de un técnico. Por su solera, diría un castizo. Fui a Cádiz con muchísima ilusión. Además su presidente es cordobés, Antonio Muñoz, y solicité una serie de jugadores, que su secretario técnico de entonces, que ya no lo es, me dijo que bueno, que en diciembre, y yo le dije que para entonces posiblemente nos hubieran echado ya a los dos. Así fue. El se quedó de entrenador después, trajo a otro entrenador, lo echaron, se quedó él, lo echaron al siguiente, bueno, al final a él también. Yo lo llamé, lo sentí muchísimo, pero se lo recordé. Había buenos jugadores como Palacios, pero estaba lesionado, con Espejo tampoco, y el Cádiz de ahora no tiene nada que ver con el que había. Las exigencias eran inmediatas y había que esperar un poquito, como se ha visto después. Un par de años o tres.—¿Y qué se trajo de Cádiz, aparte de conocer a Michael Robinson que era y es consejero? –Una experiencia más en la categoría y que los gaditanos se dan mucho, son muy hospitalarios. Cada jugador tiene su peña y animan a todos, pero protestan si no juega el suyo. Pero muy bien. –Después pasó, tal vez, sus peores años como entrenador. Llegó el paro. Fue duro, ¿no? Hubo un lapso en el que no trabajé y lo pasé mal. Yo de entrenar al Córdoba pasé a entrenar al infantil del Séneca, luego a seleccionador provincial, luego al Pozoblanco, al Puente Genil, al Don Benito, al Córdoba otra vez… Siempre he estado entrenando. Entonces ese tiempo para mí fue larguísimo, y se me hizo más aún porque no estaba haciendo lo que más me gustaba. Afortunadamente tuve la experiencia del Atlético de Madrid, del Don Benito en dos categorías, y ahora en Tercera íbamos muy bien y me ha dolido dejarlo porque hemos hecho un gran equipo, aunque la plantilla es algo corta.—Gregorio Manzano lo rescató para ayudarlo en el Atlético Madrid de los últimos días de Gil y Gil. Un respiro… Sí, llegó en un buen momento porque no tenía equipo. Otra nueva experiencia con un equipo de primerísimo nivel y el trato con los jugadores internacionales te enriquece, te da el termómetro del nivel que hay. Me sentí como pez en el agua. Entrenaba y programaba. Goyo (Gregorio Manzano) nos dio a Gonzalo (Hurtado) y a mí total confianza para programar y entrenar al equipo. Fue bien.

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