Enrique, un Rey en Cáceres

logo_small_new.gif Enrique Ortiz Moruno es el mejor embajador que el Cádiz C.F pueda disponer en tierras extremeñas. Extremadura, que siempre ha sido tierra de buenos futbolistas (muchos de ellos terminaron el Atlético de Madrid), sigue muy de cerca las evoluciones del jugador cadista nacido en Azuaga (Badajoz). Como muestra, la ampliación información que el diario digital HOY dedica al 8 cadista, y que traemos a nuestra sección: «Dicen que el amarillo»   album_rac_cad_02.jpgEnrique I de Cádiz   El extremeño Enrique se asoma con su primer gol en Primera al escaparate de la élite y dice que no pierde la ilusión por ser internacional Hace menos de dos años que se fue de Cáceres y se le recuerda como si fuera ayer, desborde va desborde viene, por la banda derecha. Enrique Ortiz (Zafra, 1977) dejó su estela de futbolista irrepetible en el ‘Príncipe Felipe’ y ahora prolonga un estado de gracia que parece permanente en el sorprendente Cádiz de Primera División. El domingo marcó su primer tanto en la máxima categoría, y en las últimas horas lo ha explicado como si tal cosa. «Uno trabaja para ayudar al equipo», responde cuando le preguntan. Más o menos de la misma manera que apelaba a la suerte en un ejercicio de humildad cuando anotaba los goles a pares en la Tercera extremeña. Enrique vive su gran momento y está dispuesto a aprovecharlo. Hace dos temporadas era suplente con el Cacereño de Ismael Díaz en Segunda B. Ahora Del Bosque pregunta por el 8 del ‘Ramón de Carranza’, la prensa especializada le descubre y hasta se abre el debate sobre una posible internacionalidad. Enrique sale al quite: «Bueno, es difícil, pero la ilusión no se pierde nunca. Son muchos los condicionantes que se tienen que dar». El ex jugador del CP Cacereño le dio tres puntos al Cádiz contra el Athlétic y explica que su primer tanto en Primera le hace «mucha ilusión». «El equipo también ganó. Estoy muy contento», dijo en su comparecencia ante los periodistas, reproducida ahora en la página oficial en Internet del club gaditano. «En cuanto me llegó el balón pensé en darle fuerte, pero recapacité. Me dijo Armando, el otro día, que el palo corto es el que más daño hace al portero, y lo puse en práctica», añade. «Cuando llegué no fue fácil para mí -recuerda-, pero poco a poco me fui haciendo un hueco. La llegada del míster y su equipo me han enseñado mucho. Ahora tiro faltas, defiendo. Me han marcado mucho futbolísticamente hablando. No hubiera pensado estar donde estoy», asume en otro detalle de sinceridad. Su próxima parada es el Manzanares. Ha cambiado los campos de tierra de la antigua Tercera por otros de lujo, con palcos en los que no faltan el aire acondicionado ni la televisión. «El Calderón es un estadio impresionante, junto al del Barcelona y el Madrid. Esperemos que Kezman, Petrov y Torres no tengan su día». Los actuales días de goles y buen fútbol contrastan con sus inicios semiprofesionales. Entonces ni siquiera estaba en la primera plantilla del Cacereño, aunque Ángel Marcos jamás le perdió la pista. Destacaba con el filial y metía goles un domingo tras otro. Como no tenía nada claro lo de dedicarse al fútbol decía en una entrevista con este diario que su primer objetivo era acabar los estudios de Filología Inglesa. Sigue considerando al Cacereño su ‘otro equipo’, una razón de más para que le doliese especialmente frustrar el viaje de los peñistas extremeños del Athlétic que viajaron a Cádiz. Su salida de Cáceres tuvo un ‘culpable’ principal: Félix Campo. El presidente del Cacereño lo tasó en 90.000 euros y lo acabó vendiendo por algo menos. «Le estoy agradecido por dejarme salir», dice Enrique cuando le preguntan. Y el Cacereño aún le busca sustituto.    

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