Máxima igualdad

cad_mur_04.jpgSeñoras y señores, ésta es la Segunda División. Partidos a las doce de la mañana, tensión, lucha, igualdad, rivales que lo saben todo de lo futbolístico, de lo extrafutbolístico y de lo antifutbolístico, pérdidas de tiempo, árbitros sin personalidad,… Si a alguien en Cádiz se le había olvidado en qué consistía la División de Plata del fútbol español hoy ha tenido posibilidad de recordarlo.

 

Lo primero que hay que decir es que, por mucho que pague cualquier televisión del mundo, jugar un partido en Cádiz un 10 de septiembre de las 12 de la mañana es totalmente inhumano. El calor asfixiante ha marcado el desarrollo de un partido de máxima intensidad.

 

Un fallo de Notario propició que el Cacique Medina desaprovechara la primera oportunidad del encuentro, a puerta vacía, nada más arrancar el choque. Pese a ello, el Real Murcia pareció salir mejor plantado que el Cádiz al terreno de juego y controlar el desarrollo del partido. Pronto Jofre ofreció su respuesta tras robarle un balón a un Sergio Rodríguez mucho más entonado en la segunda parte que en la primera. Corría el minuto 20 cuando, tras una serie de lanzamientos de esquina, Iván Alonso se anticipó a su marcador y a Armando para hacer el 0 a 1.

 

cad_mur_02.jpgEl gol pimentonero vino seguido de los peores minutos del Cádiz. Los nervios atenazaron a los amarillos que entre prisas y precipitación parecieron un equipo menor. Los defensas abusaban del pelotazo, no había entradas por banda, el centro del campo estaba ausente y sólo Raúl López, Sesma, Miguel y Bezares mantenían el tipo. En lo defensivo Iván Alonso se llevaba todos los balones por alto y las segundas jugadas destrozaban al Cádiz aunque la ya conocida racanería de Lucas Alcaraz facilitó que los pimentoneros no se lanzaran decididos por el 0 a 2.

 

Incluso en los peores momentos, lo que no se le puede negar al Cádiz es su fortaleza mental y su voluntad. Con un par de arreones se plantó en la portería murciana y se convenció de que el gol tenía que llegar antes del descanso. Así fue. Dos minutos antes del intermedio Raul López inició una galopada, cedió a la banda y allí Sesma lanzó un fantástico centro que De Paula remató a la base del poste para que se introdujera en las redes de Notario. El fútbol simple que Oli se empeña en negar, balón a banda, centro del extremo y remate del nueve, le dio el empate a los amarillos.

 

cad_mur_01.jpgTras la reanudación Oli sentó a un Medina muy gris y dio salida al paraguayo Acuña. Los primeros minutos de Carlos Javier en el campo supusieron un auténtico quebradero de cabeza para la defensa murciana que entró en un estado catatónico de nervios azuzados por la presencia siempre amenazante del siete del Cádiz. Sin embargo, Acuña no pudo rematar la faena puesto que en una muy buena jugada de la delantera cadista, Sesma le puso el gol en las botas pero el paraguayo remató al cuerpo de Notario, desaprovechando una magnífica oportunidad para poner al Cádiz por delante. De nuevo, banda, centro y remate, pero esta vez el gol no llegó por muy poco.

 

Alcaraz, que lo que tiene de conservador lo tiene de buen estratega, sentó a Jofre y a Antoñito para dar entrada a Tato y Adrián. Los recambios volvieron a dar soltura al centro del campo murciano que se sacudió el dominio amarillo ayudado por la depresión en la que entró Acuña tras fallar el gol y el estado de cansancio absoluto en el que se hallaba el centro del campo cadista. Diez minutos tardó Oli en darse cuenta de esta circunstancia y dar entrada a Fernando Morán, quien tampoco contribuyó a solucionar el caos que reinaba en el centro del campo amarillo.

 

El Cádiz ponía las ganas y la fe y los murcianos la tranquilidad y las pérdidas de tiempo que desesperaban a los amarillos. El Cádiz se rompió por el centro, cinco defendían y cinco atacaban, pero mientras que el único peligro amarillo venía de la incesante actividad de Sesma, cada contra pimentonera era un riesgo grave sólo salvado por la atención de César y Raúl López. En uno de los acercamientos murcianos Tato cayó derribado dentro del área y Pérez Pérez señaló el punto fatídico. Por suerte, Abel lanzó flojo y Armando adivinó la intención.

 

cadiz_armando_montjuic.jpgEl partido se moría en idas y venidas de un Cádiz ansioso y un Real Murcia que seguía recurriendo a las artimañas de siempre para salvar el empate. En una de estas se originó una “tángana Mendilíbar” por la resistencia de Bezares a mandar el balón fuera ante los gestos de dolor (simulados, por supuesto) de Tato. Tanto se está hablando de esta circunstancia que los problemas van a ir en aumento a cada partido que pase. De todos modos, parece un nuevo problema del banquillo amarillo que no ha dado las órdenes precisas a sus jugadores: o se echa el balón fuera, o no se echa. Pero contribuir con declaraciones en ruedas de prensa a las dudas e, incluso, a enfrentamientos entre compañeros de equipo (Bezares y Enrique) no parece solución para poner fin a las jugarretas de los listos de siempre.

 

Cuando parecía que la trifulca había matado el partido, la conexión más activa de los dos últimos años en Carranza se volvía a encontrar y Enrique ponía un balón de oro a Sesma que el canario mandó fuera por poco. Pudo ser el dos a uno en un partido en el que el Cádiz salvó un punto, pudo llevarse los tres y quedarse sin ninguno.

Autor:JG del Valle

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