El peligro de los voluntarios.


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El otro día veía un reportaje sobre el régimen cubano en la televisión en la que la realizadora, que, pese a ser chilena se había educado en Cuba y, posteriormente, había dejado la isla, criticaba como una de las cosas que le habían chocado de la educación cubana la existencia de trabajos voluntarios que conllevaban represalias si no se realizaban.Sin lugar a dudas, entre otras cosas por la hora en la que se emitió, José González no vio ese reportaje. Si no, no se entiende que el entrenador cadista convocara un entrenamiento voluntario para el lunes por la mañana, después del amargo empate ante el Alavés en Vitoria.En primer lugar, no sé cuál es la función futbolística de un entrenamiento voluntario. ¿Qué se pretende trabajar cuando no se sabe cuántos van a ir? ¿Sólo el físico? Si el contenido es hacer carrera continua y un poco de toque de balón no era necesario preparar un entrenamiento sino que hubiera bastado dar consignas a los futbolistas para que lo hicieran en su casa. Si lo hacían bien y si no, pues nada, nadie se iba a enterar.Ahora bien, convocar un entrenamiento voluntario tiene un riesgo: que los jugadores no respondan. Y eso pasó el lunes. Sólo cinco fueron al famoso entrenamiento voluntario. Los medios de comunicación interesados sacan algunas consecuencias del tema: falta interés, sólo cinco jugadores, después de haber perdido,…¿Son justas esas conclusiones? Desde mi punto de vista, no. Si el entrenamiento era voluntario podía ir quien quisiera, y fue quien quiso. Extraer más consecuencias de que unos jugadores prefirieran pasar un día en casa tras estar tres fuera parece injusto. Curiosamente, las tintas siempre la cargan los mismos: los que se acaban de dar cuenta de que los jugadores no sirven.

Autor:JG del Valle

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