La óptica malaguista del partido

La crónica del encuentro publicada en Prensa «rival» nos lleva a leer lo que publica Sergio Cortés en el Diario Sur de la capital costasoleña . Es la óptica blanquiazul del partido.

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Ale Limia fue el mejor del CádizFoto: cortesía La Voz de Cádiz

El Málaga se ajusta al guión para lograr una permanencia agónica (1-1)Tuvo que esperar hasta el minuto 86 para igualar el gol marcado por el Cádiz y conseguir el punto necesario El público celebró la salvación y la despedida de RomeroCada punto le ha costado al Málaga mucho sudor esta temporada. Por eso, el último, el ansiado para alcanzar una sufrida y agónica permanencia, llegó ayer fiel al guión: en el último suspiro, con demasiados apuros y el sello de Hidalgo. Las dudas sobre la actitud del público respecto a la celebración quedaron despejadas con la inercia por el emotivo adiós a uno de los estandartes del equipo, Marcelo Romero, paseado a hombros y manteado luego sobre el césped. Se vivió como un ascenso.Los temores de los aficionados sobre una temida carambola que obligara a jugarse la permanencia en la última jornada -triunfo del Castilla y derrota del Málaga- comenzaron a ser una realidad apenas a los dos minutos de partido. El filial madridista ya disponía de ventaja sobre el Almería. Nunca la perdió. Iván Rosado, comentarista en la cabina de Punto Radio, no pudo estar más atinado. «Tenemos un mínimo margen de error», apuntó el onubense.Se ve que el Málaga tenía clara la consigna: marcar para evitar riesgos. En el Cádiz era más visible la movilidad de sus puntas, pero la fluida circulación del balón correspondía al equipo blanquiazul. La batuta de Sandro es su pie derecho, con el que amaga, finta y distribuye. Durante unos minutos el esférico fue de una banda a otra, aunque poco a poco el ritmo decayó y el tinerfeño comprobó una y otra vez que sus compañeros permanecían estáticos.Sin desmarquesUn equipo sin desmarques, sean para apoyar en corto o en ruptura a la espalda de la defensa, apenas tiene futuro. El Málaga se empotró constantemente en el ordenado dispositivo de contención del Cádiz y se vio obligado casi siempre a vivir al filo del fuera de juego (Edgar e Hidalgo pudieron aprovecharlo) o a intentar el disparo desde lejos (por medio de Hidalgo y Morales). Mientras, Acuña ya dejaba destellos de su velocidad y dejó escapar un inesperado regalo de Molinero. Al menos, para entonces emergía la figura de Schurrer, un futbolista lastrado por los años y las lesiones pero de un nivel altísimo.album_cad_elc_07.jpgEl Málaga lo tuvo en su mano en los llamados minutos psicológicos; es decir, antes del descanso (Limia desvió como pudo el remate otra vez de Hidalgo) y en el primer suspiro de la reanudación. Apenas se llevaban once segundos de la segunda parte cuando ‘Chengue’ Morales perdonó ante el clamoroso error de los centrales y la dubitativa salida de Limia.El fallo volvió a afectar psicológicamente al Málaga. Una vez más. Las piernas comenzaron a estar agarrotadas. El Cádiz parecía en permanente sesteo, como sin querer arriesgar, pero dejó claro con un tiro lejano del joven lateral zurdo Lucas que explotaría el más mínimo descuido local. Así sucedió en el minuto 21, cuando Acuña se giró en el área -otro error no corregido por la defensa- y dejó el estadio en un silencio sepulcral.Otra vez cuesta arriba, otra vez contra las cuerdas, otra vez a empezar de menos uno. El gol coincidió justo con la aparición en la banda de Romero, pendiente de unos minutos de despedida. Muñiz y el malaguismo tenían entonces otra preocupación. El asturiano recurrió a Jonatan y después a Perico, prescindió de Valcarce y se la jugó con un sistema con tres centrales. Y fue a partir de ese instante cuando quedó patente que el Cádiz no quería hacer sangre. Salvo alguna llegada esporádica, más por los huecos en la zaga malaguista que por la insistencia visitante, se mostraba muy impreciso.CondescendientesA muchos no les llegaba la camisa al cuello. La única esperanza era la actitud condescendiente de los defensas cadistas. No se les veía con la intensidad necesaria, de ahí que ‘Chengue’ Morales, extenuado y sin fuerzas -supo dosificarse en la primera parte para aguantar al máximo-, controlara varias veces en la frontal. Muñiz aguantaba el tercer cambio para rendir homenaje a Romero. Y mientras, se mascaba el gol del empate, pero la tensión en la grada se había disparado. No era miedo, era pánico.mal_cad_01.jpgLa euforia, casi el éxtasis, llegó a cuatro minutos del final, cuando Morales estuvo listo en el servicio de Jonatan y prefirió aguardar la llegada, cómo no, de Hidalgo. En plena celebración el público tuvo que desviar la mirada al palco, donde Fernando Sanz y un grupo de aficionados se habían enzarzado en una pelea.Ahora sí, Muñiz recompensó la fidelidad de Romero al Málaga. «Se ha dejado aquí la piel y la rodilla», recalcó muy certero Valcarce. La euforia por la permanencia, celebrada como un ascenso -frase de Jesule-, se desató con la emotiva despedida al ‘Gato’. Fue un partido interminable en una temporada interminable, un partido a contrapié en una temporada a contrapié, un partido sufrido en una temporada sufrida. Ajustado al guión. Urge otro libreto. Nadie soportará otra experiencia similar. Que tomen nota los Sanz.

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