Una derrota que duele

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Enrique también pudo con Gio Foto: EFE

 Derrota de las que duelen la del Cádiz en Anoeta. Nunca había ganado el Cádiz con anterioridad en Donosti, y una temporada más, nos venimos de vacío. Previsible la derrota, no así la imagen de desánimo dada por el equipo. Difícil poder explicar la cara que se nos quedó a todos cuando a los siete minutos se produce la jugada que marcó el rumbo del partido. Bertrán cede con su pierna buena desde el centro del campo a Armando. Gabilondo, su par, que había presionado levemente la jugada, aprovechó el regalo y después de regatear la desesperada salida de Armando hacía el 1-0. Sólo nos puede pasar a nosotros. Sería descabellado afirmar que ahí se acabó el Cádiz. Quedaban 83 minutos por delante. No obstante, el actual Cádiz necesita un balón medicinal de confianza, la misma que se hizo añicos con el error, humano, pero error al fin  y a la postre, del ayer lateral cadista. Luego, y salvo alguna fase de mediado el primer tiempo, lo del Cádiz fue un quiero y no puedo. Ni Estoyanoff, que jugó todo el encuentro, ni Sesma (sólo le salva su condición física para defender), ni Enrique (quizás en su peor encuentro de la temporada), crearon peligro real en ningún momento. Sólo Pavoni, a cuentagotas, y hasta que a falta de un cuarto de hora, y en una imagen que trasluce impotencia se autoexpulsó en una de sus niñerias de las que hacía tiempo creíamos olvidada. Lo mejor, sin duda, el parón navideño que hará a todos recapacitar. En especial a los que tienen la misión de proveer las carencias de una plantilla que da lo que tiene y más.

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