Lo que es la vida

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Albacete: Trayecto muy corto

El 14 de junio de 2003 dos entrenadores de fútbol estaban muy pendientes de su futuro. Ambos estaban muy cerca de progresar de forma notable, pendientes de un resultado que cambiaría su vida, si bien la entidad de los resultados era bastante diferente.Uno de los entrenadores era Juan Manuel Lillo. El donostiarra, que no había pasado de entrenar a equipos de la zona baja de Primera y que había fracasado en todos y cada uno de los empeños que había desarrollado como entrenador, esperaba un resultado electoral. El otro entrenador, José González, esperaba una victoria de su equipo frente al Logroñés que lo situara en una posición inmejorable para acometer el gran sueño de una ciudad, de una afición… y muchas de las aspiraciones personales de un entrenador que no había pasado de la categoría juvenil.Los resultados fueron dispares para nuestros entrenadores. San Bruno, uno de los patrones de los milagros amarillos, acercaba a Jose al borde del salto a la Segunda División, a las páginas principales de diarios a nivel nacional, a minutos de radio en programas de máxima audiencia. Sin embargo, el resultado electoral fue contrario a los intereses de Juanma Lillo que esperaba una victoria de Lluis Bassat en las elecciones a la presidencia del Barcelona que lo habría situado, a través del capricho de su amigo Pep Guardiola, en el banquillo del primer equipo blaugrana.Bassat perdió las elecciones y Lillo no pasó de ser el entrenador mediocre que era hasta esa noche. Ahora, dirige los designios del Terrasa deambulando por la zona baja de la Segunda. El Cádiz venció, Jose subió con los amarillos a Segunda. Al año siguiente marchó al banquillo del otrora “queso manchego”. El gaditano se convirtió en el maquinista de un tren de primera, pero un tren sin las condiciones adecuadas para correr por esas vías de la Primera División. De hecho, el 20 de febrero de 2005 Jose González dejó de llevar los mandos de aquel tren que no quiso perder.Ahora en su antiguo equipo, en nuestro Cádiz, un señor entrado en años conduce otro tren, un tren más modesto y, después de estar a punto de descarrilar, ha enderezado su rumbo y lo lleva con paso seguro en la carrera de la Segunda División. Jose González tendrá que esperar otro tren, no sabemos en qué categoría y Juanma Lillo, quizá nunca más encontrará ese tren. por Valdanito

Autor: Valdanito

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