Lizondo amargó el punto

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 Lizondo Cortés con Cristian. El árbitro no quiso ver el claro derribo a Cristian en el 91.

El Rayo venía de ganar fuera; el Cádiz, de ser vapuleado en casa. El Rayo estaba en puestos de ascenso; el Cádiz, no. Este Rayo, que además apunta alto,  tiene pólvora marca Rubén; marca Piti; marca Pachón, y marca Michel o Pacheco. El Cádiz ha amanecido esta temporada con la pólvora mojada.

 

Después de la guerra (deportiva en el césped) porque el encuentro ha sido todo un ejemplo para que aprendan otros, el 2-2 es difícil imaginar que tengan sabor amargo para los cadistas. Sobre todo si alguien no lo ha visto y simplemente se entera de la secuencia de los goles (incluido el 1-0 al descanso). Después, 1-1; 2-1 y 2-2. Todo con estreno bigoleador del franco-nigeriano Ogbeche.

 

Un punto además cosechado con buen juego. Con posesión del balón; dominio de todas las facetas del juego, y en el que sólo la indudable calidad de la conexión Michel-Rubén desbarató el entramado defensivo del Cádiz.

 

Un punto a domicilio, que sólo el desmarque de Lizondo Cortés en la prolongación, y que da pie al título de esta nota, marcó el sabor final. El árbitro valenciano no se atrevió (lo que tardó en señalar le delata) penalti en el derribo de Edu Albácar a Cristian cuando este ya había desbordado al lateral zurdo rayista. Eran once metros sin discusión. Pero Lizondo antepuso la cobardía a la justicia del lance. Con los antecedentes amarillos, a nadie escapa que había que meterlo. Pero…

 

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