El primer viernes fue blanquiverde

                                     

54 minutos fue el Cádiz superior al Córdoba. Los 54 primeros. A partir de ahí, llegó lo que ni el más fanático aficionado blanquiverde había soñado, el gol del Córdoba. Lo marcó Pepe Diaz, el 10, aunque en realidad el tanto debería anotárselo al 20, Damian Lizio. El 20 local, pero con la ya para siempre inestimable colaboración del 7, del 24, del 20, del 13, del 8, y de algún otro más amarillo.

24ª jornadas ha tardado el internacional sub20 argentino en destapar el tarro de sus esencias. Ojalá no sea aviso para el sub20 internacional uruguayo que jugó anoche su segundo partido como cadista. Fue la única sorpresa de inicio de Alcaráz en su once inicial. Le dio la titularidad en detrimento de José Vega y la jugada, al menos tras lo visto, le salió perfecta. Frente al Cádiz fue su primer partido dentro del once inicial en toda la liga.

No es que Lizio haya marcado el partido él solito. Tampoco conviene olvidarse de la portería. Hasta cuatro disparos con marchamo de gol sacó Navas. Todos además en esos primeros 54 minutos.  El Córdoba, máxima rentabilidad, sólo tiró una vez entre los palos. Fue el disparo del gol, que le pasó a Casilla por encima de su cabeza y entre sus brazos, cuando el catalán ya se había vencido intentando detener lo que terminó siendo indetenible.

Tampoco conviene olvidarse lo que el destino le tenía preparado a los cadistas. Mediado el primer periodo Lesma López anuló un tanto a Enrique por fuera de juega inexistente del capitán. No contento con eso, Lesma ni siquiera pitó falta en una entrada muy peligrosa con  plancha al pie de apoyo de Fragoso que le realizó Damian Lizio. Hubiera sido la segunda amarilla para el argentino, con más de una hora por delante. Minutos antes del gol cordobesista, también el colegido no cobró tarjeta a Santi Carpintero cuando al borde del área cortó con la mano un pase de Enrique a Nano. Señaló libre directo pero la cartulina era clara. Tres decisiones importantes a pitar y en las tres se equivocó hacia al mismo lado, el del contrario. No ganó por eso el Córdoba, no. Lo hizo porque supo mantener su puerta a cero y aprovechar la ocasión que tuvo más clara. Pura segunda división.

Tras el gol local, el Cádiz se descompuso. Espárrago sacó toda la artillería y terminó jugando con Enrique y Ramis en las bandas y con Tristán y Toedtli en punta. Lo hizo eso sí con un Córdoba encerrado atrás y con una fuerte presión al rival cuando el Cádiz sobrepasaba el mediocampo. No pasó realmente apuros y todo se limitó a un continuo y previsible bombeo de balones, roto solamente por disparos lejanos más llevados por la impotencia de crear peligro que por premeditación.

 

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