Palomino Núñez y sus tres anécdotas

Palomino Núñez por encima de su promedio.

Al Cádiz le enseñó cuatro en cinco minutos.

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Valero (13′)     

Rodriguez (25′)     

Valero (43′)     

Bordi (49′)     

Ortiz (55′)     

David (66′)     

Thierry (80′)     

Enrique (27′)     

Lopez (28′)     

Mansilla (31′)     

Cristian (32′)     

A veces las estadísticas sirven para algo… Ya decíamos esta semana que el colegiado sevillano Palomino Núñez, si tenía fama de algo, era sobre todo de ser de los llamados “tarjeteros”. Cuentan que tenía un “score” de más de siete tarjetas por encuentro.La primero, que terminaría siendo la más determinante, la sacó en el minuto 13. El lateral izquierdo Valero le protestó la no señalización de fuera de juego a Enrique en la jugada en que este terminaría asistiendo a Carlos. No había posición antirreglamentaria, pero las protestas hizo que Palomino recordara que tenía que sacar tarjetas del bolsillo.Cuenten si no. Desde el minuto 25 en que se la mostró al lateral diestro David Guerra por derribar a López Silva, hasta en el minuto 45, en que señaló el descanso, en ese periodo de tiempo, 20 minutos de reloj, mostró seis, de ellas cuatro al Cádiz, en un abrir y cerrar de ojos de 5 minutos (a 1:25 por tarjeta).El sevillano dejó tres curiosidades dignas de mención. La primera antes de comenzar. Locales y visitantes, que ya habían saltado, tuvieron que volverse para que les revisaran los tacos. Por lo visto los capitanes se cansaron de esperarle, aunque luego, el que manda, manda.La segunda ocurrió tras el derribo de Valero a Enrique que propició la tarjeta del primero. Era su segunda. Minutos de desconcierto y el futbolista se hacía el remolón y con tanta amonestación no estaba claro si era su segunda o no. Fue Gracia quien, cuando ya Palomino había dado ordenes de reanudar el juego, insistió ante el asistente de su banquillo reclamando la expulsión. Pero hubo otra… y es que durante el desarrollo del partido, a la hinchada cadista situada detrás portería donde llegaron los goles amarillos, se le oyeron gritos de ¡Palomares, cab.. !.

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