Competición


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Es en momentos de la temporada cuando un equipo de fútbol se parece más a la preparación de un bólido de carreras. La mal llamada pre-temporada –pues en el mismo momento en que una campaña termina empieza otra y con ella, la competición- sería equiparable a los entrenamientos libres antes de la disputa de un gran premio. Es el momento en el que se realizan pruebas, se termina la puesta a punto del equipo, se analiza su rendimiento, se ven sus virtudes y carencias… Dentro del período veraniego hay dos fases bien diferenciadas, que también obtienen su correspondencia con el mundo del motor: la adquisición de fichajes y los partidos amistosos.Primeramente, hay que hacer un coche fiable, rápido y ganador. Para ello hay que mejorar las prestaciones del modelo anterior, analizando cómo mejorarlo, viendo qué piezas habría que sustituir. Quitar y poner. Mejorar. Es el momento en el que los ingenieros deben esforzarse al máximo por hacer un coche que supere las prestaciones del año anterior. Empieza la competición, la lucha: son varios equipos los interesados en hacerse con los servicios de un mismo futbolista. La igualdad en Segunda B es máxima y por un mínimo detalle la balanza se acaba decantando a favor de un equipo en concreto. El Cádiz tiene un problema: no sólo tiene que luchar contra equipos encuadrados en otros grupos por la adquisición de jugadores –como el Real Oviedo, el Pontevedra o el Alavés- sino que tiene al enemigo en casa, en el mismo Grupo IV de Segunda B. El llamado grupo andaluz siempre ha sido de los más igualados de la categoría y este año esa igualdad va a ir en aumento. Parecía que el Cádiz iba a tener que preocuparse única y exclusivamente del Real Murcia –descendido como el conjunto amarillo de Segunda División- pero otros equipos, como Puertollano, Real Jaén y Ceuta, se están moviendo bien. En total, cinco gallos para copar los primeros puestos de la parrilla de salida, de la clasificación. Cinco equipos para cuatro puestos. Cinco equipos que, conscientes de ello, están empezando a competir entre ellos para adquirir jugadores –como el caso de Berrocal, por el que estaba interesado el Cádiz y que finalmente recaló en el Ceuta. Tardó, pero parece que Suárez ha cogido carrerilla y las incorporaciones han dejado de brillar por su ausencia. En prácticamente quince días han llegado seis caras nuevas. Muy lejos aún del Ceuta de Peguero, pero junto con lo que ya había está sirviendo para conformar un bloque de garantías. El Cádiz deberá seguir fichando durante todo el mes de agosto, pero la inquietud que pudiera haber entre los aficionados al ver que treinta días después del descenso no llegaba incorporación alguna ha quedado mitigada. En esta puesta a punto del equipo también jugará un papel importante Rristo Vidakovic. Él es el encargado de hacer que las piezas que le traiga la dirección deportiva del club se acoplen y funcionen. El bosnio deberá preparar físicamente a sus futbolistas de cara a la dura temporada que se avecina, deberá ser quien les proporcione una idea de juego, el que deberá elegir quiénes serán los once elegidos que salten al césped. Vidakovic será quien traslade la competición de los despachos al campo de entrenamiento. Después, los amistosos de pre-temporada sirven para ver si las piezas adquiridas se acoplan, si el coche funciona. No dan títulos, pero su importancia radica en que se mide la fiabilidad del equipo, ver cómo se acoplan todos los jugadores: los nuevos, los veteranos y los canteranos. Se dan las primeras vueltas al circuito y de manera indirecta se compite con los rivales: ver quién llega más fuerte a la primera jornada de Liga, quién está más preparado. Quizás, en la situación actual del Cádiz Club de Fútbol –y en vistas al calendario- ser el más rápido tras el pistoletazo de salida sea más importante que nunca: en la primera jornada le espera el Real Jaén y en la tercera, el Real Murcia. Ambos duelos, en Carranza. Ganarlos será vital para poner tierra de por medio con dos rivales directos y para meterle el miedo en el cuerpo a los otros dos gallitos del Grupo IV.

Autor:Diego Manuel Belmonte

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