Robben y Wesley Sneijder provocan el adiós de.Kaká, Robinho, Alves… y Dunga


 brasil_juan.jpgJuan, el central brasileiro,se despide de los Mundiales para siempre
 

Felipe Melo facilita el regreso de la naranja mecánicaLOGO_SUDAFRICA.jpgLa gran sorpresa del Mundial se produjo. Brasil, pentacampeona del mundo, máxima favorita a llevarse el título al final gracias a su juego rocoso y la magia de Robinho, cayó eliminada en cuartos de final ante Holanda. Una Holanda que hasta el momento no había brillado en el torneo –y sigue sin hacerlo- y que sigue viva gracias a Arjen Robben y Wesley Sneijder. Este tropiezo de la canarinha demuestra que el fútbol no es una ciencia exacta y además es un severo castigo a la prepotencia de algunos jugadores brasileños, como Robinho o Dani Alves. Este partido de cuartos de final era el primero que el equipo de Dunga jugaba ante un rival de cierta entidad, después de haberse enfrentado a Corea del Norte, Costa de Marfil, Portugal –muy gris en toda la competición- y Chile. Y, en honor a la verdad, el partido empezó muy bien para los intereses de Brasil: en el minuto diez se había adelantado en el marcador gracias a un gol de Robinho, único futbolista que de verdad ha estado al nivel que exige vestir la camiseta de la selección más importante del mundo. Holanda se achicó y se limitó a cederle la posesión de la pelota a los brasileños, defendiendo con las líneas muy juntas y atrasadas.Todo cambió en la segunda parte. El guión de un plácido partido para Brasil cambió de manera brusca e inesperada, gracias a la desafortunada intervención de un actor secundario muy criticado por la prensa y cuya comparecencia en un combinado como el de la canarinha en un Mundial resultaba incomprensible, como Felipe Melo. Él solito ayudó a Holanda a reaccionar y a darle la vuelta a la tortilla. Primero, empató el partido tras rematar en su propia portería un inocente centro desde la banda izquierda de Robben. Ese gol le dio la vida a Holanda, que con el empate se fue en busca de un premio mayor, soñando con la eliminación de Brasil y con lograr un puesto en las semifinales del Mundial. Y no lo tuvo fácil: el colegiado japonés no señaló un claro penalti después de que Lucio cortara un autopase de Sneijder con la mano. Pero dio igual: logró darle la vuelta al marcador a veinte minutos de que el choque finalizara, en una jugada de estrategia que salió a la perfección y que evidenció las vergüenzas de la defensa brasileña. Sacó desde la esquina Robben, prolongó en el primer palo de cabeza Kuyt y, totalmente solo, sin marcador alguno, Wesley Sneijder remató al fondo de la red. Se produjo una situación novedosa en la competición: Brasil, que había ganado con comodidad tres partidos y empatado otro, se veía en la tesitura de remontar un marcador adverso. Los brasileños se aceleraron, jugaron con ansiedad y estuvieron más fuera que dentro del partido. Fruto de esa ansiedad Felipe Melo culminó su “gran” actuación con una autoexpulsión, después de empujar a Robben en una galopada del holandés por la banda y pisarle en el suelo. Con uno menos, la remontada de Brasil era utópica, y de no ser por el peso de la camiseta, Robinho y Dani Alves también deberían de haberse ido a la ducha antes de tiempo, tras agredir a Robben –totalmente en su salsa sabiéndose el centro del partido- y a Van Bommel, respectivamente. Con el pitido final se consumó la venganza holandesa tras la eliminación en las semifinales del Mundial de 1998 a manos de Brasil en la tanda de penaltis. También se consumaba la zozobra brasileña: el equipo ha sido muy criticado por su estilo de juego más efectivo que vistoso y se marcha a casa en la misma ronda que en 2006, cuando fue eliminado por Francia. Toca reconstrucción en la canarinha, pues nada más terminar el partido el seleccionador Dunga reconoció su fracaso y presentó su dimisión irrevocable. Mientras tanto, la naranja vuelve a ser mecánica.

También te podría gustar...