Vestidos de Macarty


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 Ea, allá vamos a defender anuestro Cádiz vestidos de Macarty.portada_camisetas_lleida.jpgportada_recre_2.jpg

Antonio Martín escribe la siguiente columna dedicada al amigo cadista que se nos fue este fin de semana.  Emotiva y por derecho. Todos los cadistas diremos igual: «Ea, allá vamos a defender a nuestro Cádiz vestidos de Macarty»

. La reproducimos tal como aparece en el Diario de Cádiz de hoy en nuestro «Dicen que el amarillo». .-.-.-.-.-.- .-.-.-.-.-.-

Vestidos de Macarty Pascual García de Quirós y Caba­llero. Caballero del arte y la gracia gaditana… de Cáceres. Otro gadi­tano que vino a nacer en donde le salió de los cojones, que suele de­cir en estos casos Antonio Burgos, el gaditano de Sevilla. Pues bien, este otro gaditano cacereño, Pas­cual García de Quirós Caballero, con nombre de gran conquistador de las  Américas, aunque dándose en Cádiz más bien suene a músico insigne, y autor de tangos de Carnaval, no es un tópico decirlo, es de los personajes populares de nues­tra tierra que, aunque un mal día se nos va para siempre, nunca muere. Como el Peña, como el Masa o co­mo el Carota. Como su gran amigo Felipe Martín, con el que ahora ya estará rememorando viejos tiem­pos. Esas anécdotas indescripti­bles que se dieron entre los dos, co­mo cuando Felipe, preguntado por su amigo Pascual tras darle a éste el primer jamacuco, contestaba que ya había salido del hospital y que había quedado de puta mare. Hombre, -terminaba diciendo con la gracia que le caracterizaba- na­die esperará que al jorobao lo de­jen como a Robe Refo.

Estos entrañables personajes, como digo, nunca mueren. Pero a los íntimos, a los que tuvimos la suerte de compartir con ellos el age suyo de cada día, nos dejan roto el paisaje. En el caso de Pascual, hace ya tiempo que la Plaza de las Flores quedó más desangelada con su au­sencia que sin el tradicional carru­sel de coros. Un café, un chiste y un numerito. Allá que iba nuestro amigo Pascual pateándose toda la Plaza desde las cinco de la mañana en planta. Un buscavidas de los au­ténticos. El verdadero autónomo gaditano que nunca tuvo que ren­dirle cuentas a. nadie. Ni a los que fulminaron a Astilleros entonces, ni a los que actualmente andan quemando a Delphi, si aún viviese. Yo me lo guiso, yo me lo como, pe­ro espléndido y generoso, y amigo de sus amigos. Que aunque no ne­cesitaba de nadie, a todo el mundo se daba.

Así es que creo que todos y cada uno de los que tuvieron la suerte de conocerlo guardan algo para con­tar de este singular gaditano. A mí me viene a la mente como si lo vie­ra, dando la bronca con su habitual verborrea por todos los rincones del Gran Teatro Falla arengando a su coro de La Viña. Que era Pascual gaditano empedernido y muy de sus cosas. De su Viña, de su coro y, cómo no, de su Cádiz Club de Fút­bol de su amores. De esto último nos podría dar clase como nadie en el mundo de lo que realmente sig­nifica ser aficionado y por ende ser cadista. El tiempo y la historia del Club lo pondrán donde bien lo me­rece. Yo, por ahora, cuando me en­camino cada domingo hacia el Ca­rranza con mis hijos, los tres vesti­dos de amarillo como canta el pa­sodoble de mi amigo Manolo San­tander, recordándote, mi querido Pascual, con la emoción contenida me digo para mis adentros: Ea, allá vamos a defender a nuestro Cádiz vestidos de Macarty.

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