Dos faltas arruinan la proeza del Cádiz

logo_small_new.gifmadrid_bernabeu.jpg Santiago Segurola firma hoy en las páginas de El Pais una fantástica crónica del partido del Bernabeu. Por su interés y por las palabras que dedica al cadismo, tanto a su equipo como a su afición, la reproducimos íntegramente..-.-.-.-.-.-.-.-.- Al Madrid no le alcanzó con el fútbol para derrotar al Cádiz, pero dispone de otros recursos temibles. Roberto Carlos y Beckham dieron la vuelta al partido con dos impecables lanzamientos. Uno, pura violencia. El otro pareció una fantasía en forma de tiro libre. La pelota entró por la escuadra después de un par de curvas indescifrables para el portero. Atrás quedó un partido vibrante, mejor jugado por el Cádiz durante una hora. El equipo tuvo orgullo y buen fútbol. Desactivó a los centrocampistas del Madrid en la primera parte. Sorprendió a la defensa en la segunda. Fue la ejemplar actuación de un equipo que estuvo a la altura de sus maravillosos aficionados.

Apoyado por su fiel hinchada, el Cádiz sorprendió al Madrid con un fútbol sin fisuras, intrépido y laborioso. Llevó el balón al terreno madridista siempre que pudo. Y pudo casi siempre. Apareció a toque de corneta, con cinco minutos de asedio al área de Casillas y el Madrid sofocando el fuego con dificultades. Fue una hermosa declaración de intenciones. El Cádiz la suscribió de punta a punta del partido, sin complejos, con el máximo aprovechamiento de sus recursos. Berizzo y De Quintana, dos centrales con un largo historial, dominaron su área como mariscales; Bezares se ocupó de Guti con eficacia y sin malos modos y Miroslavjevic, Mortadelo para los amigos, hizo daño en la zona más blanda del Madrid, la que ocupa Gravesen con mucho despliegue y bastantes problemas. O está solo, o no encuentra la ayuda suficiente. A su alrededor comenzaron a aparecer todos los centrocampistas y delanteros del Cádiz, dirigidos con inteligencia por Miroslavjevic, que se movía y tocaba rápido. El Madrid nunca se sintió cómodo. Se vio obligado a cambiar de plan y terminó por depender de la maestría de Roberto Carlos y Beckham en los tiros libres. Un partido que se suponía sencillo para un equipo creciente, se convirtió en un duelo con alternativas constantes. Eso habla de la excelente actuación del Cádiz, enchufado desde el principio.

cadiz_esparrago_corbata.jpgEl Cádiz es una estupenda noticia para la Liga. No tiene estrellas, atraviesa por apreturas económicas y acaba de regresar a Primera sin más ruido que el producido por su admirable hinchada. En un tiempo donde tantas veces el fútbol se ha visto perturbado por la violencia de los hooligans, los aficionados del Cádiz son un ejemplo de fidelidad, entusiasmo y un sincero buen humor. No es pose. Cada domingo llenan el Carranza y ayudan sin desmayo a su equipo. Y con los rivales tienen una elegancia que rara vez se observa en los campos españoles. Cerca de 5.000 aficionados se acercaron a Madrid. Llegaron al Bernabéu para disfrutar de una noche de fútbol, pero ocurrió lo insospechado: presenciaron el partidazo de su equipo. Cuando Medina anotó el gol, se consagró la justicia, no lo imprevisto. El Cádiz había generado enormes complicaciones al Madrid en el primer tiempo. En el segundo fue indiscutiblemente superior hasta el gol de Medina, precedido por una jugada de toda la vida: la pelota larga, Miroslavjevic se impone por alto a Roberto Carlos, peina y desde atrás aparece Estoyanoff como una bala. Como lo que es. Luego, el centro, el lío y la aparición de Medina para dejar la pelota en la red. Durante una hora, la defensa del Madrid había sufrido ante la velocidad de Estoyanoff, la picardía de Medina y el criterio de Miroslavjevic. El gol reunió a los tres.

Antes de que Roberto Carlos y Beckham resolvieran el partido, el Madrid se encontró con un rival que le taponó en todas las zonas. Guti y Zidane, héroes frente al Sevilla, estuvieron lejos del área, en muchos casos persiguiendo camisetas amarillas. Se suponía que iba a ser al revés. Bezares no le quitó ojo a Guti. Zidane se obligó a un gran despliegue. La línea de abastecimiento del Madrid estaba desconectada. Y Robinho se quedó a una buena distancia de su deslumbrante actuación frente al Cádiz en su debut. Lo arregló con un golazo, pero la sensación es que no ha estallado como futbolista. Baptista, tampoco. No es extraño. A Baptista le queda grande el Madrid por ahora. Sólo dejó un detalle, un sombrero seguido por un buen remate. Después, nada. El Madrid volvió a jugar sin ariete.

El gol de Medina provocó angustia en el Madrid. Entró Cassano por Gravesen y el equipo se lanzó al abordaje. Pero no le salvó el juego. La victoria llegó en dos tiros libres. Uno lo transformó Roberto Carlos, con un martillazo y la colaboración de la barrera. El segundo fue una exquisitez de Beckham, que tiene un discreto porcentaje de acierto en los tiros libres. Cuando acierta, son maravillosos. Frente al Cádiz marcó su primer tanto en la Liga. Gol importante, porque había dudas en el Bernabéu. El Cádiz había bajado los humos al Madrid y no daba la pinta de capitular. Lo hizo con honor, con buen juego en el campo y alegría en las gradas. Exigió lo mejor del Madrid, en este caso la precisión Roberto Carlos y Beckham.

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