Acuña en «El rastrillo infantil del fútbol»


album_cad_xer_08.jpg

Acuña calentando en la banda el día del Xerez. Ese día no salió.Foto: jm/cadistasfinos.com

Javier Acuña, cuando el próximo mes apague las velas de su vigésimo menos uno cumpleaños, lo hará conociendo como se sienten sus piernas después de jugar un partido completo en Segunda División. Tras seis partidos como titular, fue en el séptimo, en Ponferrada, donde consiguió que su técnico le dejará escuchar sobre el campo el silbato final. A pesar de todo, Acuña no es un desconocido. Todo el cadismo conoce su caso. Vino con 16 años y fue presentado con vitola de crack. Luego los tribunales internacionales del deporte, en este caso la más alta instancia en arbitraje deportivo, desestimó las pretensiones del Cádiz. En consecuencia hasta que no cumplió 18 años no pudo jugar. Para el «Dicen que el amarillo» traemos interesante reportaje que sobre «el rastrillo del fútbol» dedican a la influencia que la globalización de las relaciones está teniendo en la captación de talentos. En negrita resaltamos lo referente a Javi Acuña, uno de los protagonistas del reportaje que firman G.López y JJ.Mateos para la edición impresa de EL PAIS.REPORTAJE El rastrillo infantil del fútbol Agentes y clubes burlan con frecuencia la ley para fichar a menores extracomunitarios a cambio de promesas económicas a sus familias

G. LÓPEZ / J. J. MATEO – Madrid / París – 30/05/2007

Muhammed Demirci es turco, tiene 12 años y ya ha protagonizado un programa especial de televisión en su país dedicado a sus malabarismos. Apareció con el flequillo planchado sobre la frente y vestido con la camiseta del Barça. Le rodeaban varios expertos. El séquito del nuevo ídolo del fútbol turco. Y se habló de su fichaje por el club español. Pero la operación se enfrenta a varios problemas. El Besiktas, según la prensa turca, pide cinco millones de euros, aunque los traspasos de jugadores menores de 18 años están prohibidos por la FIFA. El Barça ofrece a sus padres «un sueldo», educación para su hijo en la escuela del club y «un papel» que recoja compensaciones al Besiktas en caso de que el chico debute con el primer equipo.

debu_acuna.jpg

Acuña el día de su debú después de año y medio en la gradaFoto: cadistasfinos.com

Demirci no es una excepción. El mercado de niños está en ebullición. Arde al calor del vértigo por cazar al nuevo Messi. La estrella del Barça llegó a España con 13 años, cuando le prometieron a su padre que se harían cargo de los cuidados médicos que el chico requería para crecer. Pero no todos han tenido la misma suerte. Hay clubes que se acusan entre sí de la «aberración» de fichar a menores extracomunitarios. Agentes que pasean por España durante las vacaciones escolares a jovencísimos jugadores ofreciéndolos al mejor postor. Proyectos de futbolistas como Nikon Jevtic, que fichó por el Valencia con 11 años sin haber pisado un colegio. O Lucas Trecarichi, del Leganés, que a sus 15 años ya tenía una cláusula de rescisión de más de tres millones.

El asunto ha adquirido tal magnitud que hasta el Parlamento Europeo ha elaborado un informe en el que se expresa la posibilidad de que estas prácticas «degeneren en el tráfico de niños». Pero a las partes implicadas en tan jugoso negocio, lo que les preocupa es sortear las normas de la FIFA, que impiden fichar a menores nacidos fuera de la UE y obligan a pagar los derechos de formación si llegan a profesionales.

En el Barça se están preparando para fichar a Demirci. «El chiquito es una pasada», cuentan desde la entidad azulgrana. «El asunto aún no está cerrado. ¿Quién va a pagar cinco millones por un crío de 12 años? Eso es falso. ¡Es una barbaridad! Nunca pagamos traspasos. Al Besiktas se le dará un papel en el que se diga que cuando juegue diez partidos en el Barça B cobrará tanto, y que cuando juegue diez en el primer equipo cobrará otro tanto. Nada más», afirman desde el club; «incluso así, habría que dar algo de seguridad a la familia, pagarle los pasajes para que vengan a ver a su hijo y que su hijo vaya allá. Además, les damos 10.000 euros por temporada, un pequeño sueldo, que con eso en su país se puede vivir muy bien. El padre está en el paro y la familia en una condición precaria. Tienen problemas económicos, no lo podemos olvidar. Eso no es pagar a un jugador. Es ayudar. Le damos estudios en La Masia. Además, no se firma nada. Todo eso es papel mojado. El día que quiera marcharse se marchará».

Los niños, sin embargo, sí firman papeles. Jugosos contratos a los que se cuelga la etiqueta de privados para borrar la palabra trabajo. Documentos sin valor. «Hay niños con 11, 12 y 14 años que ya tienen algún tipo de contrato, pero no los llaman de trabajo», explican desde el despacho de abogados Cuatrecasas, «porque en España no pueden trabajar los menores de 16 años. Son contratos privados que deben tener la firma del padre o el tutor. Los que hemos visto, sin embargo, recogen cosas muy parecidas a un contrato de trabajo. Es un contrato nulo. No existe. ¿Cómo es que no llevan esos contratos a los tribunales? Pues porque, al final, son muchachos de 15 ó 16 años que cobran 6.000 ó 12.000 euros al año. Es un sueldo base».

cadiz_acuna_1.jpgJavier Acuña, estrella del fútbol paraguayo, recibió una oferta por mucho más que el sueldo base para fichar por el Cádiz hace dos temporadas, cuando el club andaluz estaba en Primera y él tenía 16 años. Venía de ser «explotado» por su equipo en Asunción, donde «estaba sometido a una nueva forma de esclavitud, sin cobrar», según dijeron a este periódico fuentes del club español. No jugó ni un partido. Era menor y extracomunitario.

«Esta ley se la pasaba todo el mundo a la torera. Somos el conejillo de indias», se quejó el Cádiz. «La ley es injusta. Está bien para que nadie traiga 20 negritos a prueba», argumentó el club andaluz; «pero perjudica al menor. Hacer la trampa es muy fácil. La próxima vez, que venga la madre cinco días antes [para cumplir con el requisito de que el cambio de residencia del menor no se deba al fútbol] y no al mismo tiempo. Así lo hacen todos los clubes. Nos toman por pardillos».

Acuña, que ahora tiene 19 años, acabó «deprimido», según el psicólogo del Cádiz. Lo normal, según José Antonio Luengo, su homólogo del Getafe y secretario general del Defensor del Menor. «Hay padres que se dejan influir por los cantos de sirena de los clubes y se creen que ya tienen a una estrella. Las posibilidades de que sus hijos sean profesionales son muy pocas y es un elemento de riesgo para el menor. «Y, encima», agrega este psicólogo, «en edades críticas en el desarrollo de su personalidad. El chico se queda descolgado, sin ilusión, y se torna un juguete roto con la sensación de que lo han engañado».

«Cada vez hay más torneos de alevines, cadetes…, donde aparecen intermediarios que muchas veces no se manejan con los escrúpulos necesarios», añade Luengo. Se trata, dice, «de niños con siete u ocho años que ya tienen representantes. Hay mucho advenedizo. Es un mundo sumergido y obtuso. Me fío más de los clubes que de los intermediarios. En los casos en los que se busca a jugadores en países tan pobres como los de África, no tienen ni padres en muchas ocasiones. A veces, ese tráfico no está suficientemente controlado».

Todos los agentes aseguran tener las manos limpias. Todos arguyen que ellos no, pero que sí, que han escuchado que algún compañero se ha especializado en prácticas poco edificantes. «En Brasil y países así hay ojeadores que trabajan para grandes empresas de representantes y llevana los niños a las sedes y les dan 100, 1.000 euros», cuenta uno; «en países con necesidades, los padres tienen más ansias de que sus niños triunfen. Todos lo sabemos». Juan Aísa, ex jugador de baloncesto y director de la agencia de representación U-1st, coincide: «Se los traen de África con promesas que no se cumplen. En algunos casos, dejan a los chicos a su suerte tras no cuajar. Hay representantes que cobran la mitad del sueldo del jugador».

Julio Vega, agente, llevó hace unos meses a Federico San Millán, de 12 años, a probar con el Getafe. Federico es argentino. Estaba de vacaciones en España. Si alguien quiere ficharle, ¿cómo adecuarse a la reglamentación? «Si la familia se traslada por cuestiones laborales y se tramita una residencia al padre, como en el caso de Messi… En el de Federico, los padres son descendientes de españoles. El abuelo nació en un pueblo de al lado de Logroño», responde Vega, que sueña con conseguirle un pasaporte.

Para fichar a un menor extracomunitario en España hay que hacer tres cosas: convencer a sus padres, convencer a su club y encontrar un agujero en la ley. «Los transfers para menores de 18 años están prohibidos por la FIFA», insisten desde Cuatrecasas; «de ahí a como se articule el fichaje… Cambio de residencia del padre a una ciudad española y ya está, por ejemplo. A veces, ni eso. También está el decir que van a estudiar fuera del país. Le buscan un precio y se ponen de acuerdo en que el club que compra haga una escuela con el que vende o cualquier película. Se trata de que manden dinero para allá. Al final, la figura del transfer no se ve».

Y los niños cambian de manos. Pueden ser estrellas en el futuro. Pero la mayoría se estrellan. album_cad_lor_02.jpg

También te podría gustar...