Doce de doce.
Dos veces había venido Casuco al Ramón de Carranza y las dos veces se había llevado los tres puntos. En el tercer intento, con el Tenerife, un Cádiz enrachado en un partido muy intenso, le ha cortado las aspiraciones.
El encuentro que ha enfrentado a Cádiz y Tenerife ha venido marcado por el arbitraje, pero no ha sido porque Mateu Lahoz haya hecho un mal trabajo, ni porque haya beneficiado a unos y perjudicado a otros. No. La importancia del trencilla ha radicado en su especial rasero para señalar las faltas. El valenciano ha sido muy condescendiente con los contactos, con los choques y con algunas entradas lo que, en el lado positivo, ha dado origen a un partido muy abierto y con mucho ritmo. En su debe, sin embargo, que los mediocentros del Tenerife (Manolo Martínez y Óscar Pérez) sólo hayan recibido una tarjeta amarilla por protestar, pese a que el primero de ellos mandó a Lucas Lobos a la enfermería. El gafe de Luquitas con el Tenerife se acrecenta y si en la primera vuelta se lesionó en el Heliodoro, en este inicio de la segunda parte de la competición se ha vuelto a ir a la enfermería antes de tiempo frente a los chicharreros.
Con respecto al partido del Vecindario, Jose había dado entrada a Lobos, sacrificando a Matías Pavoni, y a Bezares por el sancionado Miguel. Casuco, por su parte, había apostado por un doble pivote muy físico (con los ya mencionados Manolo y Óscar Pérez), tratando de aprovechar la velocidad de la tripleta de mediapuntas: Ayoze, Cristo e Iriome. Y al principio pareció que lo iba a conseguir porque el Tenerife cortó el tradicional arreón inicial del Cádiz llevando peligro por medio de Iriome y Raúl Sánchez. Parecía que el canterano tinerfeño podía dar la tarde a la defensa cadista, pero Raúl López le tomó la matrícula, lo ató en corto y el chaval desapareció. La juventud de la nueva perla chicharrera se vio eclipsada por la veteranía y saber hacer del jerezano que, probablemente, esté en el mejor momento de su carrera.
La lesión de Lucas Lobos obligó al Cádiz a buscar más el juego por banda y ahí respondieron a la perfección tanto Nano como Pablo Hernández. El gallego ha cuajado el partido más completo en Carranza con la camiseta del Cádiz, perdiendo ese halo de indolencia que le suele acompañar; ha trabajado como el que más acabó reventado- y, además, ha aportado algunas de las dosis de calidad que se esperan de él. Precisamente un centro de Nano, en el lanzamiento de falta, dejó solo a César Caneda. El remate del vasco lo rechazó Bernardo pero apareció, de nuevo, la cabeza del Cacique Medina para hacer el gol. Segundo gol en dos partidos del Cacique que, como el año pasado, demuestra que estas son sus fechas. Ojalá prorrogue su racha.
El gol cinco minutos antes del descanso supuso un duro golpe para el Tenerife. El entramado físico diseñado por Casuco no tuvo la capacidad de reacción necesaria para remontar la situación. Pero tampoco el Cádiz fue capaz de cerrar el partido sino que el encuentro se abrió de tal forma que el balón viajaba de un área a la otra con mucha velocidad. El Cádiz llevaba el peso pero sus imprecisiones daban lugar a contraataques rápidos de los canarios que no llegaban a concretarse gracias al fantástico trabajo de la defensa amarilla que rayó a un nivel excepcional. De hecho, el partido se cerró sin que Armando realizara ninguna intervención de mérito.
Tampoco el ataque cadista logró hilvanar una jugada que pusiera en problemas a Bernardo. Ni siquiera la apuesta de Jose por la velocidad de Javi Acuña dio el fruto deseado de un segundo gol que finiquitara el partido. El Carranza entró en un estado de tensión en el que el silencio se podía cortar con un cuchillo. Pero, finalmente, el Cádiz supo matar el partido y evitar las internadas tinerfeñas. Aunque el verdadero respiro llegó cuando Mateu Lahoz decretó el final del partido. Antes, incluso, el cadismo ya había agradecido a Jose González la definitiva curación del moribundo que le dejaron en sus manos hace ya doce partidos.
Autor:JG del Valle
