De Más a Mucho Menos

album_cel_cad_02.jpgMuy triste el partido realizado por el Cádiz ayer en Vigo. El conjunto amarillo dio preocupantes sensaciones de debilidad, falta de recursos futbolísticos y nula capacidad de reacción. Ni la forzada revolución en el once de Espárrago trajo consigo un cambio de rumbo en  el submarino amarillo, que con su tercera derrota consecutiva se coloca también por tercera vez en lo que va de ejercicio en puestos de descenso a Segunda división.

 

La primera noticia remarcable se dio antes de que Pino Zamorano indicara el comienzo del partido. Limia relevaba a Armando en la portería amarilla. El argentino, que no pudo hacer nada para evitar los goles celtiñas, completó un notable encuentro. Quizás fuera el más destacado de los nuestros, y no por sus intervenciones, sino por la seguridad que transmitió durante todo el choque. Anduvo tranquilo, seguro y eficiente. Sin alardes pero efectivo. Justo todo lo contrario que el león de Sopelana.

 

El partido comenzó con un Cádiz bien plantado que encontraba en la banda izquierda gallega una autentica autopista que aprovechaban Enrique y Pavoni para hacer creer a la afición gaditana en una posible victoria. Una internada de Pavoni por el centro con posterior apertura a la subida de Varela, provocó el centro del alicantino y el remate a 5 metros de Pinto del extremeño Enrique. El remate salió excesivamente centrado, y el portero local atrapó sin excesivos apuros.

 

El Cádiz, sin pasar demasiados apuros, llevaba la iniciativa si no el juego si en las ocasiones. Nuevamente la banda izquierda céltica hacía aguas y Enrique penetraba sin oposición. Su centro lo enganchaba Oli desde la frontal y nuevamente Pinto evitaba el gol cadista. Gran parada del gaditano y desesperación en sus paisanos hoy contrincantes.

 

Instantes después, nuevamente Enrique se aprovechaba de una indecisión de un desconocido Placente para colarse en el área pontevedresa. Pinto tapó bien y un escorado Enrique no pudo sacar nada positivo del lance.

 

album_cel_cad_01.jpgSe llevaban 25 minutos de juego y se podía apreciar a un Cádiz cómodo jugando a la contra, a un Celta dominando pero sin peligro y la extraña sensación de que a la primera que tuvieran los vigueses nos la iban a enchufar. ¿Porqué sería?

 

Esta vez no fue a la primera, pero si a la segunda. Tras sacar Varela bajo palos una rocambolesca jugada de Canobbio, minutos después se cumplían las expectativas más pesimistas. Y además con saña. Como más duele. Es decir, de falta directa y además tras un lance en el que el colegiado no acertó.

 

Pino Zamorano señaló falta a De Quintana en una lucha aérea con Baiano que a todas luces no existió y el cangelo empezó a rondar por las cabezas de todos los cadistas. El fantasma de las faltas hechas gol por Roberto Carlos, Beckham, David López, Arango, Abel, Solhaun, etc. en los últimos 12 meses nos hacían temer lo peor. Lanza Jorge Larena a la escuadra, el rechace le llega a Contreras y para adentro. 8 jugadores en una barrera para una falta excesivamente escorada imposibilitó a la zaga cadista defender con garantías un posible rechace. ¿Error o mal sino? Habrá que preguntárselo a los entendidos.

 

El hecho es que ahí murió el Cádiz. Hasta entonces los amarillos, sin demostrar tampoco nada del otro mundo, al menos estaban en el partido y dando una imagen correcta para lo que se puede esperar de un equipo de Primera División. Pero el gol los hundió de manera irrevocable y de ahí al final del choque, la imagen fue de un equipo triste, anodino, inoperante y  sin ninguna capacidad de reacción.

 

album_cel_cad_03.jpgLa segunda parte fue un chollo para los vigueses. Entraban como querían y De Ridder hacía encaje de bolillos ante un esperpéntico Mario Silva. El portugués ni atacaba ni defendía. Un desastre absoluto.

 

El partido se iba muriendo y solo lo corto del marcador hacía que un milagro pudiera hacer a los amarillos concebir esperanzas de puntuar. Pero tanto llegó en cántaro a la fuente que un penoso rechace de Varela se convirtió en una fantástica asistencia al canario Silva que finalizó brillantemente ante el debutante Limia.

 

Lo peor de todo no era el 2-0 sino la impresión de que el Celta sin hacer absolutamente nada del otro mundo había cerrado un partido en el que el Cádiz se salvó del ridículo gracias los primeros decentes y esperanzadores 20 minutos. Tras la sentencia celeste, solo el debú de Vella mantuvo la atención de los aficionados cadistas.

 

En definitiva, caída al pozo y tres conclusiones claras tras el naufragio gallego: Primera, solo con Medina, Nenad, Benjamín y Raúl López sobre el campo podemos tener nivel para competir en la División de Oro del fútbol español; o sino vean la diferencia entre el día de Villarreal o Madrid y el día de ayer. Años luz. Segunda, si todos los jugadores del Cádiz tuvieran la ilusión, la casta y la mentalidad de Varela otro gallo nos cantaría, y tercera y última; por fin ya estamos todos contentos, ya somos el Cádiz de hace 15 años, ya hemos recuperado la identidad perdida, ya somos ese equipo de los milagros, maletines y liguillas de la muerte. Esperemos que el cuento tenga final feliz y que como antaño nos salvemos con gol de Kiko en el último momento… Entonces si que seremos el Cádiz que todos queremos… (Por cierto, ¿Qué le pasa a Kiko? ¡¡¡Hay que ver lo malaje que es el Espárrago este que no le pone!!!!!  ¡¡¡Viejo c****n,  Kiko selección!!!!)

 

En fin…

 

Foto: EFE

       

Autor:Roberto Rivero

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