11 días callado para no decir nada


 cad_num_02.jpg
 11 días ha tardado en Muñoz en comparecer y dar la cara ante la opinión pública después de que decidiera dimitir como Presidente del Cádiz a través de una nota leída por su hijo.

La comparecencia de Antonio Muñoz ante los medios de comunicación apenas ha servido para esclarecer la situación actual del club. La sorprendente decisión del empresario cordobés de dar una rueda de prensa fue interpretada por algunos como un posible anuncio de la venta del club a cualquiera de los grupos empresariales a los que la rumorología les adjudica la compra de las acciones de Antonio Muñoz. Nada más lejos de la realidad: Muñoz negó categóricamente haber recibido oferta alguna por el Cádiz Club de Fútbol y aprovechó para despedirse como presidente de la entidad no como máximo accionista- y para dejar la gestión del Cádiz en manos de Javier Moyano y Santiago Pozas. Poco más se aclaró, aparte del deseo de tener atados antes de esta semana al nuevo director deportivo y al nuevo entrenador para la andadura del equipo en Segunda División B, además de anunciar que los jugadores de la plantilla recibirán próximamente la cantidad económica que el club les adeuda. Fue, en líneas generales, una nueva cortina de humo de Antonio Muñoz, que sigue perdiendo un tiempo precioso para confeccionar un plantel de garantías que sea capaz, al menos, de competir en el dificultoso Grupo IV de Segunda B para auparse en los puestos de ascenso. No es momento para escurrir el bulto o para negar rumores sobre la venta del club. Es tiempo de trabajar y de esforzarse, de asumir errores, de ser valiente. Y una vez más, Muñoz escurrió el bulto. Aprovechó en su comparecencia para hacer balance de su etapa al frente de la presidencia del club, dividiéndola en una parte buena y otra mala, acabando la primera y empezando la segunda con la llegada de Arturo Baldasano, aún demonizado por el empresario cordobés.

 cadiz_cristian_baldasano.jpg
 Tres años después de su estancia de cuatro meses, Muñoz sigue erre que erre

De toda su intervención, quizás lo más destacable sea la imposibilidad de Muñoz de asumir responsabilidades, algo que entronca con la valoración realizada sobre sus años de presidente. Incapaz de asumir los errores del anterior descenso a la división de bronce, sigue creyendo que el culpable de todo fue Arturo Baldasano. Tres años después de la marcha del abogado gaditano del club, sin nadie al que culpar por este nuevo fracaso deportivo, Muñoz ha encontrado dos figuras bajo las que escudarse: Julio Peguero cesado como director deportivo la semana pasada- y Javier Gracia. Curioso. Al igual que su manera de asumir responsabilidades, que más que una disculpa, es una crítica a Peguero y Gracia, encargados de la configuración de la plantilla y, según él, máximos responsables de este nuevo entuerto. A su juicio, su única falta fue confiar en ellos.Cierto es que parte de la culpa fue de Peguero y Gracia. No hay nadie exento de culpa de este descenso: ni el ya ex director deportivo, ni el entrenador en la primera mitad de la competición, ni el equipo técnico que asumió el control de la nave amarilla en la segunda mitad del campeonato, ni los jugadores. Ni mucho menos el presidente y máximo accionista del club. Muñoz dice haber confiado ciegamente en Peguero y Gracia y con ello parece disculparse. Su argumento es fácilmente rebatible: él no era el encargado de configurar el plantel del retorno a Segunda, pero era el encargado de supervisar la labor de los individuos que debían dedicarse a dicha tarea. Por tanto, dispondría de algún tipo de mecanismo para vetar las acciones de sus subordinados en caso de que estos obraran de manera incorrecta o irresponsable. Su fallo como gestor es patente y flagrante: o bien estaba tan distanciado de la realidad que no encontró momento para intervenir, o su incapacidad para presidir el club resultaba manifiesta. No puede escudarse en dos hombres que tenían responsabilidades, pues quien tenía la última palabra, la ocasión de dar el visto bueno, era él como presidente, máximo accionista, director de la empresa. Olvida, además, que si la configuración del plantel fue tan improvisada, con futbolistas sin experiencia en Segunda, con fichajes a última hora y con un mercado invernal totalmente desaprovechado, fue por el poco dinero dedicado a la tarea. Tarea, la económica, responsabilidad de Muñoz. Si el cordobés hubiera dotado una partida monetaria mayor, quizás Peguero y Gracia hubieran configurado una plantilla más ambiciosa, con mayor experiencia en la categoría. Por tanto, ahí tenemos otro grueso error del cordobés en la gestión del Cádiz.

 cad_rso_09.jpg
Es una buena gestión la política de precios de las entradas en partidos clave de la temporada, como el de la Real Sociedad? En aquel partido Carranza parecía Anoeta y, por consiguiente, el cuadro txuri-urdin jugó como en su casa, ganando por goleada al Cádiz desde antes de bajar del autobús.  

Muñoz ha demostrado no ser elegante, pues la elegancia se muestra asumiendo los fallos y no culpando a los demás. Ha demostrado, con su intento de disculpa, ser un nefasto gestor de un equipo de fútbol: nunca se debe confiar ciegamente en los demás, máxime si se cree que estos están trabajando mal. Su posterior valoración de su labor de aquello que consideró como responsabilidad suya, en lo tocante a todo aquello que no se correspondía con la faceta deportiva- es un insulto a la inteligencia del aficionado cadista. ¿Es una buena gestión la política de precios de las entradas en partidos clave de la temporada, como el de la Real Sociedad? En aquel partido Carranza parecía Anoeta y, por consiguiente, el cuadro txuri-urdin jugó como en su casa, ganando por goleada al Cádiz desde antes de bajar del autobús. Hace mal también al quejarse de los cánticos en su contra en Carranza. La afición es soberana, por mucho que él sea máximo accionista del Cádiz. Tiene el derecho a mostrar su malestar ante lo que es obvio: una mala gestión de la entidad, con una política de fichajes nefasta auspiciada, aparte de por el trabajo de Peguero y Gracia, por la disposición de efectivo- y con un fracaso deportivo para culminar el centenario del Cádiz. Por mucho que él sea el dueño, la afición tiene la última palabra. Olvida que él es parte pasajera de la historia del Cádiz, pero que la afición formará para siempre parte del club. Hace mal en juzgar su gestión, sus años en la presidencia. Es el tiempo y no él, quien dictaminará qué lugar ocupe en la historia del Cádiz. Antonio Muñoz tenía una gran oportunidad para explicarse, excusarse. No lo ha hecho. Se le ha escapado un tren y con él, gran parte de la escasa credibilidad que aún le quedaba. Y mientras tanto, se sigue perdiendo un tiempo precioso en la planificación de la próxima temporada.

También te podría gustar...